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Jesús reprende al espíritu inmundo.

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 11 oct
  • 3 Min. de lectura

Amados hermanos nuestros, que la paz, gracia y amor del Señor Jesucristo sea con ustedes, en su espíritu, amén.

En esos días la gente está llena de incredulidad y vacío en su ser y procura llenarla con materialismos y cosas vanas. Olvidan que Dios es inmaterial, Su poder es espíritu y no depende de elementos físicos para que existan.

Pero la propia maldad y la necedad hacen que aun viendo muchos se admiren unos y se aterroricen otros, pero en ningún caso crean para que sean salvos. Algo similar sucedió cuando Jesús recién inició su ministerio y fue a la región de Galilea en el pueblo de Capernaúm.

El Señor Jesús inició en esta zona geográfica porqué así se había profetizado la ruta del amor hecha por Dios para la dispensación de los tiempos en la fe. Isaías, el profeta con uno de los mensajes más mutilados porque desde los tiempos de los reyes ya incomodaba a los padres de esta generación (Isaías 9:12) cerca de siete siglos antes. Uzías, Jotam, Acaz y sus gobernados fueron inundados de no pocas promesas y aun así le dieron muerte a ese profeta, quienes unos toman lo que les conviene de lo dicho por el Señor a través de él y lo demás lo ocultan para que sus malas obras no fueran manifiestas.

Pero Cristo, obediente hasta la muerte, realizó su primera escala en esta región, donde en dicho pueblo, enseñó en la sinagoga de manera magistral.

Es necesario leer el contexto, que se halla en Marcos 1:21-28 que dice así:

21 Y entraron en Capernaum; y los días de reposo, entrando en la sinagoga, enseñaba. 22 Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 23 Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, 24 diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. 25 Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! 26 Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él. 27 Y todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen? 28 Y muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.

Entonces, los oyentes quedaron atónitos y sin palabras por este hecho pues ¿cómo un forastero sin alcurnia, un nombre y un estudio más que la lectura de lo acostumbrado en aquellos tiempos hablaba elocuentemente con tanta soltura, gracia y sobre todo, autoridad, como si se tratase de un Maestro?

La escritura destaca que no era como los escribas: huecos, mentirosos, hipócritas y doble cara.

Tan lleno de poder y sabio era que, tan pronto un demonio pretendió dar testimonio acerca de quién era en realidad, lo mandó callar. El Señor no iba a permitir que un enemigo revelase la verdad que solo le tocaba al Espíritu Santo decir a su tiempo.

De acuerdo con el versículo 24, este espíritu le señaló como agente destructor y el Santo de Dios. Destructor porque iba a derrotar a satanás (pero no como lo quiso implicar diciendo al sistema directamente) y la mala obra de maldad de generaciones y antes preferían no alabarlo, sino exhibirlo y provocar un rechazo adelantado.

Santo de Dios, porque lo era, pero el Hombre no estaba listo para esa verdad. Crearía entonces confusión y estorbaría a la predicación del evangelio de paz. Además, es el Espíritu Santo de Dios y no el adversario quien hable del Hijo de Dios.

Así que lo mandó callar y sacar de ese individuo. El humano pues dio un alarido estruendoso y tras eso fue liberado. Los testigos no se dieron cuenta de qué sucedió y cómo sucedió, pues al verlo con ojos incrédulos, oídos sordos y corazón engrosado de vanidad no atisbaron a conocer la verdad del tiempo de refrigerio espiritual.

Estuvo Jesús cierto tiempo, hizo muchos milagros en esa tierra, y a pesar de lo anterior, no fue suficiente obra. Por esa comarca se reveló el nombre y la presencia de Jesucristo ahí no pudo ser obviada. A su tiempo, esta región pagó su precio de no darle importancia al poder de la misericordia de Dios y en el resto de sus colindancias sí añoraban su presencia.

Que la paz, gracia y amor de nuestro Señor Jesucristo sea en todos ustedes amados lectores, amén.

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