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Matrimonio de los hijos de Dios ante el Señor Jesucristo

 

Marcos 10:6-9

6 Pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios.

7 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,

8 y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno.

9 Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

 

A través de la lectura del nuevo pacto, en la iglesia de Cristo se han establecido dos ordenanzas que deben realizar los hijos de Dios: el bautismo y la cena del Señor Jesús -que como ya lo hemos comentado ampliamente en blogs anteriores- se requiere de una serie de elementos y condiciones para celebrarse.

En lo que respecta al matrimonio, las costumbres y tradiciones del mundo han distorsionado su institución y han querido introducirlo como una ceremonia que debe realizarse en la vida de la iglesia de Cristo religiosamente. Hoy en el mundo la tradición de una falsa institución humana los obligó a casarse ante sus sacerdotes, en una práctica arbitraria y ajena a la voluntad de Dios, al asumir que son representantes de Dios ignorando por conveniencia y formulando mandamientos humanos para pervertir la sana doctrina del Señor Jesucristo, a quien alardean seguir mintiendo.

No tan solo eso, sino que las denominaciones y sectas copiaron este modelo para control de sus feligreses e imitan al sistema religioso que no está aprobado por el Señor; lo peor de todo: continúan con el engaño a muchos y los hacen partícipes de sus errores sabiendo no hay fundamento para celebrarla ante hombres.

Pero ¿qué está escrito en la palabra de Dios o qué instrucción dejó el Espíritu Santo ante este hecho tan importante, para la continuidad y perpetuidad de las nuevas generaciones?

En el nuevo pacto o testamento no hay versículo alguno que mencione a los hermanos en Cristo (hombre y mujer) celebrar una ceremonia ante miembros que se constituya como iglesia. El Espíritu de libertad y santidad debe prevalecer en la vida de los hijos de Dios.

Lo que sí es un hecho es que en todas las naciones hacia donde fue llevado el evangelio siempre han existido diferentes formas y maneras de desposarse, todas con sus propias ceremonias que no corresponden a las cosas de Dios, pues dichas naciones no le conocían. Si como ejemplo observamos al sistema clerical judío, recordemos que el velo se rasgó, y quedó obsoleto o sin vigencia y la iglesia de Cristo no puede fundamentarse en un sistema caído y caduco.

Por lo tanto, solo queda refugiarnos en la escritura inspirada por el Espíritu Santo. Lo que sí es una realidad es que con la simple lectura de la biblia se puede constatar que no hay ceremonia establecida para la celebración del matrimonio y los miembros del presbiterio de una iglesia no pueden intervenir en la celebración de un matrimonio entre un hermano y hermana -como más adelante lo explicaremos-, además de exponer con claridad el contenido espiritual que Dios le ha dado a la unión de los hijos con las hijas de Dios.

Se hace la aclaración que el protocolo a seguir que se va a presentar pertenece solo a los hijos de Dios, con la instrucción del Espíritu Santo y fundamentándose en la libertad y santidad que el Señor quiere que vivamos sin ataduras religiosas ni tampoco ser subyugados por otros miembros, pues ante Dios todos somos iguales.

Desde sus inicios el sistema religioso romano encontró una mina de oro ante este hecho y comenzó a ofrecer ceremonias diciendo que el Señor bendecía esa unión para engañar a sus adeptos y sacar provecho de esa situación. Algunas iglesias, sectas y denominaciones siguieron el sistema pues también les redituaba grandes ganancias y sobre todo control de la grey.

Es importante mencionar que la analogía perfecta y el fin de la iglesia de Cristo es celebrar una boda con el Cordero de Dios, JESUCRISTO que posteriormente hablaremos, empero al asunto ceremonial para sus hijos no la hay.

Examinemos el texto bíblico tan socorrido por todos esos sistemas religiosos:

Mateo19:4-6

4 Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo,

 5 y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?

6 Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

 

Como puede leerse se ponen en lugar de Dios, por eso, en esos sistemas no se encuentra el Espíritu de Dios en sus ceremonias y explica el hecho haya tantas separaciones y divorcios porque evidentemente no se hacen conforme a la palabra del Señor. Para facilitar y hacer más comprensivo el presente asunto definiremos novia como la hija de Dios solicitada en matrimonio y novio hermano que desea desposar.

En la naturaleza humana hay una conducta propia de nuestra carne y de nuestra alma. Esto es el agrado mutuo entre un hombre y una mujer que se convierte en el amor (eros). Luego, tras el deseo de unirse en una pareja requiere compartirse mutuamente dicha dádiva de amor y posteriormente quieren perpetuar su linaje a través de la procreación de nuevas generaciones mediante el formar una familia.

Para los hijos de Dios hay una fuente importante señalada en 1 de Corintios en el capítulo 7 en el cual deseamos que todos lo lean en orden versículo por versículo; por ahora queremos resaltar el versículo 17:

17 Pero cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga; esto ordeno en todas las iglesias.

 

Esto implica que hay reglas para respetar: un matrimonio entre un inconverso(a) y una(o) hija(o) de Dios -creyente que Jesucristo es el Hijo de Dios-. Cabe hacer notar que en muchas de las ocasiones el Señor permite la consumación de un matrimonio de este tipo y luego hace el llamamiento a un cónyuge y estas reglas son las que deben de acatarse; mas en ningún caso, los hijos e hijas de Dios pueden casarse con inconversos. Es un mal para los hijos e hijas que se disponen a consumarlo, dado que esta desobediencia la pagan y el sufrimiento será solamente para los hijos e hijas de Dios. El Señor quiere evitar todos esos males en la vida física, anímica y espiritual de sus hijos.

Volvamos a nuestro asunto principal de cómo se consuma un matrimonio entre los hijos de Dios, ante las evidencias de que en toda la lectura del nuevo pacto no existe ceremonia con algún rito o forma de realizarse.

El novio, de acuerdo a las intenciones de amor que hay para su novia deberá comunicarle sus condiciones y reglas que habrán de respetarse durante su matrimonio; si la novia está de acuerdo, continuará con el siguiente paso: comunicarlo a sus papás. Cabe aclarar que las condiciones deben de estar de acuerdo a lo escrito en Efesios 5:28-29:

28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.

29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,

 

Tenemos que recordar un mandamiento, los hijos deben sujetarse a los padres cuando son solteros, es un mandato del Señor Jesús, no hay vuelta de hoja; pero cuando se unen en matrimonio, el esposo es la cabeza de la mujer y es el señor de la casa; entre otras funciones y obligaciones él establece las reglas necesarias para mantener la unión con su mujer, sus hijos y gobierno de la vida de sus hijos. Para apoyarnos en lo anterior, leamos lo que está escrito en 1 Corintios 7:39:

La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor.

 

En caso de si la novia no las acepta, rechaza las condiciones, se apelará al tiempo del Señor y terminará el asunto.

Retomando Efesios 5, continúa diciendo en 30-31:

30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.

31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.

 

Así mismo está escrito: en Romanos 7:2-3:

 2 Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.

3 Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera.

 

También, destacar que ambas parejas de padres deben ser creyentes; caso contrario quienes sean creyentes deberán tomar responsabilidad de cuidar los detalles espirituales. Ahora bien, en la consumación del matrimonio es que solo toma parte la familia nuclear: el papá de la novia, el papá del novio -quien genera el encuentro-, el novio que la solicita y la novia pedida para el matrimonio. En cuanto a la mamá de la novia, habrá tenido un papel muy importante, no en estos momentos sino en toda la vida que tuvo en sujeción a su hija de enseñarle lo que está escrito en Tito 2:4:

… Que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos,

 

Y la mamá del novio, al haber instruido a su hijo en los conocimientos del Señor Jesucristo.

Dios, en su inmenso amor ha dado al varón, cabeza de una familia de dar en matrimonio o conceder en virginidad para el Señor a sus hijas en su corazón ¡qué responsabilidad, compromiso y libertad nos ha concedido el Padre a sus hijos! Si deseamos otorgarla en casamiento depende de nosotros o si queremos que sirva al Señor también. En tus sabias decisiones está el futuro de tus hijas (el capítulo siete de 1ª Corintios se transcribirá completo al fin del presente asunto de iglesia con el fin de que procedan a consultarlo).

Volviendo al tema que nos atañe tenemos que recordar un mandato por el Espíritu Santo en Colosenses 3:17:

Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

 

Siendo ambos padres creyentes, el novio comunicará a sus padres y éstos, a su vez lo informarán a los padres de la novia y se citarán para solicitarla en matrimonio: es ahí donde se consuma el matrimonio. Una vez que exponga el novio al papá de la novia las condiciones que ella aceptó y ella las ratifique, el papá o la mamá de la novia profetizarán y los papás del novio harán lo mismo: bendecirán esa unión. Ante el Señor Jesucristo, celebremos esa intimidad que nuestro Padre les ha concedido a los hijos de Dios.

Se pondrán de acuerdo en seguir lo ordenado por la autoridad para obedecer las leyes instituidas para ese caso según la ciudad o país que radicarán. Lo harán según lo que convengan los nuevos esposos y si desean hacerlo en público concederán un día posterior para celebrar el acontecimiento.

Avisarán a toda la iglesia, comunidad, familia, amistades, vecinos para anunciar la nueva unión en Cristo, ya es cuestión de la pareja participar de sus condiciones de su matrimonio o no, lo que sí es importante que los hermanos profeticen y bendigan la nueva unión ante nuestro Dios el Padre lleno de amor, por medio de Jesucristo. Y los demás observen el testimonio de que es Dios el que une a través de una profecía y no el hombre.

Es una fiesta, es una alegría porque se mantiene la viva esperanza de que algún día no muy lejano el Señor Jesús se despose con su novia la iglesia de Cristo. Puede celebrase en la casa o un salón, quinta, el lugar es lo de menos; puede haber alimentos o bebidas, danza, cánticos o juegos, todo es irrelevante, pero siempre guardando el buen testimonio ante los no creyentes. Recordemos en los tiempos de la carne a Jesucristo cuando asistió a una boda en Caná Juan 2:1-11:

1 Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.

2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.

3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.

4 Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.

5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.

6 Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros.

7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.

8 Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.

9 Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo,

10 y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; más tú has reservado el buen vino hasta ahora.

11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.

 

En Mateo 9:15 se habla del acto festivo descrito:

Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos?

 

Nos explica que el contentamiento de un matrimonio embarga a todos sus conocidos también. Por eso, después del desposamiento si así lo eligen los recién desposados, pues puede realizar una convivencia sana, para disfrutar este momento para honra y gloria a nuestro Dios y Padre de conceder permisión y bendición a esta unión nueva dentro de su iglesia. Si no,

Estas son las referencias bíblicas que el Espíritu Santo nos ha enseñado a vivir en libertad y santidad respecto a la consumación del matrimonio entre los hijos de Dios. Por tanto, recapitulemos:

Es un acto continuo y esperanzador para la iglesia de Cristo en su futura boda con el Jesucristo.

  • Es un acto de amor íntimo entre el novio y la novia como testigo a sus familias.

  • No debe mezclarse en las reuniones, asambleas o congregaciones de Jesucristo.

  • No debe de haber intermediario sacerdotes, falsos pastores o dirigentes.

  • Se debe de efectuar después con lo mandado por la autoridad civil.

  • La cabeza del novio ahora es Cristo directamente, puesto que deja de estar sujeto a su padre para ser sujeto a Cristo.

  • La cabeza de la novia es ahora su esposo, puesto que deja de estar sujeta a su padre para ser sujeta a su marido.

 

Al terminar de leerlo se pondrán a meditar y si no se hizo así en nuestro matrimonio, no hay ningún problema lo más importante es que ustedes conozcan, quien está cumpliendo con la obediencia a Dios y al Señor Jesucristo. Pero antes lea por favor detenidamente el capítulo 7 de la Primera Carta a los Corintios. Amén.

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