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Editorial 10

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 13 jun 2014
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 6 ene 2021


Paz, gracia y misericordia de Dios Padre a todos los que lean este blog.


En repetidas ocasiones hemos escuchado en algunas disertaciones y programas de radio seudo cristianos de lo nocivo que son los programas de tv, películas, el internet, asistencia a bailes etc., en el cual señalaban que son vehículos perfectos de violencia, pornografía, malos deseos y son caminos de perdición para la humanidad.


Quieren prohibirlo todo en lugar de enseñar la palabra de Jesucristo, desean asustar a la gente que los oye de estarse contaminado al estar participando de esas actividades, su intención es dejarte inerme ante sus prohibiciones para conducirte a un estado de culpa pecaminosa para enseñorearse de tu alma. Si bien es cierto, no hay ningún provecho espiritual y se corren grandes riesgos de conducirte a una vida vana y sin provecho, también lo es, que se vuelve difícil abstenerse de dichas cosas en el paso por este mundo.


Preguntémosle hipotéticamente a esos hombres, qué programas de tv., películas, internet, etc., veía la humanidad antes del diluvio o en la generación de Sodoma y Gomorra, eso no es predicar el evangelio de Jesucristo.


Ellos se olvidan de la enseñanza de Jesucristo que del corazón del hombre sale toda la contaminación e inmundicia y nos da una lección que guardemos nuestro corazón porque de él mana toda la vida. El corazón es para Dios y lo purificaremos en la fe y la esperanza de nuestro Señor Jesucristo y la práctica del amor en el Espíritu, sólo así nos eleva a la excelencia de vida que quiere Dios para nosotros.

Escrito está por el Espíritu Santo que todo nos es licito, pero no todo conviene. La verdadera predicación consiste en que proclames que Jesucristo es el Hijo de Dios, que Jesucristo pagó por tus pecados, que es el Espíritu Santo el que nos aparta del mundo y nos santifica, es esperar que el Espíritu Santo haga su obra en nosotros.


El Señor Jesús es tu Salvador, Él hace la obra en ti por su Espíritu, Él encamina tu corazón al amor de Dios. Tu aportación es que lo creas, vive y muévete por fe, esperanza y amor.


Recuerda que el Señor no vino por los sanos, sino por los enfermos. Entonces, ¿cómo curar a un enfermo espiritual de su condición si le asusto por sus síntomas y eventuales consecuencias si antes no le doy la esperanza que puede ser curado, no importando cualquier síntoma que padezca? La sabiduría en la salvación no radica en la condenación, sino en la prédica del perdón y arrepentimiento.


Anímate a leer el nuevo testamento para que vivas una vida plena de libertad y santidad en Jesucristo.


Amén.

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