Editorial 35

En nuestra vida y para entendimiento de todos es necesario poner atención a las cosas simples que nos sucede en nuestra vida a fin de conocer los grandes misterios y propósitos de nuestro Padre ha preparado para vivir en su reino en este mundo. La sabiduría e inteligencia está en la reflexión y meditación en la palabra del Señor Jesucristo, solamente en sus palabras el Todopoderoso Señor del Universo ha mandado que cultivemos en nuestro ser para que podamos ver las maravillas con los ojos espirituales que él nos proveyó, la nueva dimensión de buscar en lo que no se ve la verdadera realidad de lo que existe y no de lo que por un tiempo aparece y después se desvanece y perece como la existencia que actualmente creemos que tenemos.

En cierta ocasión hace muchos años me encontré en la calle con un profesor de derecho (abreviado como PD) y me dijo (abreviado como Yo):

PD: ¿Cómo estas muchacho?

Yo: Bien -le dije rápidamente con el gusto que me hubiera reconocido después de varios años de no verlo-

PD: Te voy a enseñar algo. ¿Me lo permites? –Dijo-

Yo: ¡Sí, claro!

PD: ¿Tu naciste en esta ciudad? (Monterrey, Nuevo León, México)

Yo: Sí soy regio

PD: Por consiguiente eres neoleonés

Yo: Así es señor

PD: Y también eres mexicano

Yo: ¡Claro! volví a contestarle

PD: ¡Ajá! ¿Eres vecindado de esta colonia?

Yo: Así es señor

PD: ¿Eres hijo?

Yo: Sí, señor

PD: ¿Tienes hermanos?

Yo: Sí

PD: ¿Eres nieto?

Yo: Sí señor, tengo abuela

PD: ¿Eres primo?

Yo: Sí

PD: ¿Sobrino?

Yo: Sí

PD: ¿Ya te casaste?

Yo: Sí

PD: ¿entonces eres esposo y eres yerno?

Yo: Sí

PD¿Eres papá?

Yo: Sí

PD: ¿Tienes amigos?

Yo: Sí

PD: ¿Compañeros de trabajo?

Yo: Sí

PD: ¿Eres abogado?

Yo: Sí

PD: ¿Fuiste mi alumno?

Yo: Sí

PD: ¿Trabajas en gobierno?

Yo: Sí

PD: ¿Eres servidor público?

Yo: Sí

PD: ¿Todavía tienes tu negocio?

Yo: Sí

PD: Entonces ¿eres comerciante?

Yo: Me supongo que sí

PD: ¡Ah! todo eso eres y solo eres un individuo con la faceta de una persona. Gracias hijo, me dio mucho gusto saludarte… ¡Hasta luego!

Al ganarme en el caminar con sus largos pasos volteó a verme y me dijo: “O eres muy presuntuoso o realmente eres lo que eres”.

Y con paso apresurado se fue sin decirme el motivo de sus cuestionamientos ni de sus últimas palabras.

Al paso del tiempo reconozco a Jesucristo como el Hijo de Dios, ya lo conocía desde antes de la fundación del mundo solo que la religión que profesaba me ataba y no veía la libertad que el Padre nos dio a todos sus hijos y gracias al Señor Jesucristo soy salvo y con su Espíritu Santo que mora en mí, sirvo al Señor Jesús y tengo la vida eterna.

Si en este mundo tengo diversas facetas en mi persona, cuantas más facetas tengo como un miembro de la familia de Dios. Amén.

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