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Palabras de vida eterna

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 11 oct 2015
  • 4 Min. de lectura

En un mundo lleno de información a través de internet, redes sociales, libros películas, prensa, revistas, radio, televisión y muchos canales de información que existen, la humanidad se distrae y se pierde de la verdadera fuente de sabiduría que es la biblia y más concretamente la lectura del nuevo testamento.

Es cierto que es necesario saber de tu profesión, oficio negocio, empresa, comercio, etc., y que requieres estar actualizado porque en el mundo si no estás al corriente te ves desplazado y te vuelves obsoleto, esto sin lugar a dudas es correcto. Tienes que aplicar el conocimiento de Dios de que en esta vida no te queda más que trabajar o la pobreza te alcanza.


Pero tu vida espiritual tienes que llenarla con palabras que te ayuden a salir adelante en este mundo y solo se puede alimentar el espíritu con la palabra de Dios y la vida de Jesucristo. A final de cuentas, tienes que echar mano en todos tus sucesos en tu andar cotidiano, de la salvación que te proveyó Jesucristo para vivir una esperanza gloriosa y eterna.


En algunas ocasiones nuestro afán no nos permite ver la voluntad del Señor Jesucristo y esto nos conlleva a un fracaso o a un retraso en nuestros propósitos diarios, no es bueno delante de Dios preocuparte o estresarte pues se pagan las consecuencias en tu salud, en tu ánimo, y en tu constreñimiento espiritual. El aliento de vida procede del Padre y el alimento para tu espíritu procede del Hijo y el modo de hacértelo llegar es el Espíritu del Señor.


Transcribiré un pasaje de la biblia que aconteció escrito en Juan 6:52-69 52 entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿cómo puede éste darnos a comer su carne? 53 Jesús les dijo: de cierto, de cierto os digo: si no coméis la carne del hijo del hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 el que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 55 porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56 el que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. 57 como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. 58 este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. 59 estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum. 60 al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? 61 sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿esto os ofende? 62 ¿pues qué, si viereis al Hijo del hombre subir adonde estaba primero? 63 el espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64 pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. 65 y dijo: por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. 66 desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. 67 dijo entonces Jesús a los doce: ¿queréis acaso iros también vosotros? 68 le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente.


¡Qué difícil para el pueblo judío oír estas palabras! comer la carne del Señor Jesucristo y beber su sangre, oírlas era verdaderamente repugnante, los judíos establecidos en una ley con una inmaculada limitación de alimentos, los obliga a comer y beber sangre, no lo decía con su connotación física sino en lo espiritual, aquí se ve el judío por una visión materialista y terrenal.


Les echa en cara la diferencia del maná del antiguo pacto y lo que constituye ahora para el cumplimiento cabal de la voluntad de Dios, estaba dispuesto a ser molido en la carne y derramar su sangre para dar cabida a todo aquel que creyere.


Sus discípulos también estaban sorprendidos ¿quién puede oír estas palabras? El Señor conoce quien es de él y les dice a los que murmuraban ¿qué si supieran del lugar de donde vengo? Soy del Espíritu, soy de arriba, soy de la eternidad, soy de Dios y el que me sigue es por el Padre.


Les preguntó a los doce que si querían irse, 68 Pedro le dijo: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente.


Con ello Judas también estaba decidido en cumplir su destino inevitable y la misión continuaba para el futuro gozo que experimentaríamos todos los que somos del espíritu, de arriba, de la luz, de la eternidad, los que somos de Dios nuestro Padre. Amén.



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