La LIBERTAD, privilegio de los hacedores de la Palabra de Dios.
- Cuerpo Editorial
- 25 oct 2015
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INTRODUCCIÓN:
PRIVILEGIO: Gracia o prerrogativa que concede una persona con autoridad, exceptuando o eliminando a una persona de una carga o gravamen, o concediéndole una exención que no gozan otros.
Entonces, la libertad otorgada por nuestro Señor Jesucristo es uno de los más grandes privilegios que podemos disfrutar y que debemos cuidar.
LIBERTAD: Facultad humana de determinar los propios actos; estado o condición del que no es esclavo; estado del que no está preso; facultad de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes y a las buenas costumbres.
El hombre por naturaleza ha buscado muchos medios para ser libre de toda opresión y vivir en paz con él mismo y con los demás, infortunadamente su búsqueda ha sido en vano porque ha puesto su esperanza en la economía, en el intelecto o en un líder político o social.
Desde mucho tiempo atrás el rey David nos declara que Dios es el único que puede otorgarnos el privilegio de la libertad “… ayuda mía y mi Libertador eres Tú oh Jehová … “ (Salmos 70:5); “fortaleza mía y mi Libertador, escudo mío, en quien he confiado … “ (Salmos 144:2)
BOSQUEJO DEL CONTENIDO
I.- LA LIBERTAD, PRIVILEGIO OTORGADO POR NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
a) Dios creó al hombre libre; éste vivía en plena comunión con su Creador y en plena armonía con toda la creación. Infortunadamente perdió esa libertad cuando desobedeció el mandato divino (Génesis 3:17-19)
b) En el nuevo testamento nos indican que si una persona es vencida por el pecado, esclava es del pecado (Juan 8:34). El hombre puede lograr mantenerse en una libertad física, de expresión o política, pero de la libertad del pecado y de sus consecuencias, sólo el Señor Jesucristo, por su sacrificio realizado en la cruz del calvario, es el único que puede otorgarnos ese privilegio.
II MANTENIENDO EL PRIVILEGIO DE LA LIBERTAD.
Las Sagradas Escrituras nos previenen que nos cuidemos y guardemos la doctrina, porque el adversario de nuestras almas anda como león rugiente buscando a quien devorar (1ª Timoteo 4:16; 1ª Pedro 5:8); andemos entonces en la perfecta ley, la de la libertad.
Conservemos este privilegio siendo hacedores de la Palabra y no tan solo oidores olvidadizos (Santiago 1:19-25; Gálatas 5:1); sirvamos pues con corazón sincero a nuestro Salvador y demos el fruto de la libertad con que Cristo nos hizo libres (Romanos 6:17.22; Gálatas 5:1)
ACCIÓN: Para permanecer en la perfecta ley: la de la libertad, es indispensable que seamos hacedores de la Palabra y para saber qué hacer conforme a la Voluntad del Señor, es necesario que cada día estudiemos las Sagradas Escrituras. CONCLUSIÓN: En el Señor Jesucristo hemos alcanzado la más perfecta de las libertades. Permanezcamos, pues, firmes, en la libertad con que Cristo nos hizo libres; y no estemos otra vez sujetos al yugo de esclavitud de pecado. Si esto hacemos, nuestra vida será como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto. (Proverbios 4:18).
TEXTO AUREO “Así que, si el hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36)
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