¡Señor, sálvanos que perecemos!
- Cuerpo Editorial

- 21 nov 2015
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Un pasaje bíblico muy recordado y poco explicado es el que se puede observar en el nuevo pacto y que se refiere cuando el Señor Jesús enseña a sus discípulos a tener fe y por muy atormentado que esté el día, siempre está al pendiente de los que confían en él.
Una hermosa lección que no debemos temer a nada porque él está atento a lo que nos suceda, los israelitas tuvieron un hermosa lección de nuestro Padre, cuando los sacó de Egipto, al verse el pueblo acorralado entre el mar y el ejército del faraón. El Dios de toda misericordia abrió el mar para que pasase el pueblo de Israel, si Dios te ha sacado de donde estés, no es para un mal sino para enseñarte en confiar en Él.
El pasaje a que hacemos alusión es Mateo 8:23-27 23 Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. La barca no era un gran barco, es probable que ni siquiera tuviera timón, si acaso una pequeña vela para dirigirse y debió de tener remos con capacidad para no más de 6 discípulos, era evidente que el clima se encontraba en calma, para decidirse salir al otro extremo. 24 Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Inesperadamente se levantó una gran tempestad que señala el relato que las olas cubrían la barca, así nos acontece en nuestra vida de repente viene tempestad que nos hace cubrir nuestras fuerzas y nos llega la desesperación al ver todo lo que nos acontece, el Señor Jesús dormía, recién habían estado en tierra y había demostrado su poder y se disponía a descansar.
El Señor Jesús quería mostrar a los discípulos y a los que creemos en él a través de las generaciones que han surgido en el transcurso de los tiempos, a vivir en paz y en confianza que Dios el Padre ha hecho su creación con el poder de su palabra, hay que dar ejemplos para enseñar y hay que vivir los ejemplos para aprender y los discípulos estaban en el día de una enseñanza milagrosa.
25 Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Los discípulos veían y sentían la tormenta, temían por su vida porque la barca era zarandeada por el oleaje y tenían al Señor Jesús y le hablaron y le pidieron que los salvara, porque tenían miedo de perecer. Un desesperado invoca y predice el mal que se le puede venir, los discípulos estaban asustados en un santiamén se les olvidó todos los milagros que había realizado con poder su maestro, el miedo los embargó, por todo lo que se encontraba a su alrededor y confiaron en Jesucristo.
26 Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. ¿Qué temor nos puede tensionar a los discípulos o a los creyentes? Si Jesucristo está con nosotros, es muy fácil juzgar pero las condiciones que pasaron los discípulos eran considerablemente difíciles, para esas adversidades y dificultades la fe en el Señor Jesucristo debe ponerse en obra, más tarde en tiempos del apóstol Pablo también pasa una circunstancia peor y la solventa con la ayuda de Dios, (ver el blog anterior El naufragio).
Los llama hombres de poca fe, ustedes después podrán hacer lo mismo, reprender los vientos y el mar todos aquellos elementos naturales que se puedan cernir sobre tu cabeza.
27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?
El Señor Jesucristo es el Hijo de Dios, no es un hombre común, ante los ojos del mundo si, ante los ojos de sus discípulos una extraña sensación invaden los sentidos de su cuerpo, y es que después de esto, muchas cosas llegarían a ver y posteriormente las transmitirían para el deleite y gozo de las nuevas generaciones de creyentes que formarán la iglesia. Amén.




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