Editorial 76
- Cuerpo Editorial

- 24 nov 2015
- 2 Min. de lectura

Recuerdo que estando en preparatoria en la clase de taller de redacción, la maestra nos encargó que escribiéramos un trabajo y se lo entregáramos antes de terminar la clase y aconteció que pasó por mi lugar y se detuvo delante de mí, tomó mi trabajo he inició a leerlo y de mala manera me hizo algunas observaciones delante de mis compañeros de clase siendo en ese momento uno de los más vergonzosos y humillantes en mi vida. Pero ¿saben apreciados lectores? cuando uno está en Cristo Él se encarga de poner todas las cosas en su perfecto orden, ya que transcurrido el tiempo y hasta este día me pude percatar que en su bendita gracia me da la gran bendición de poder compartir de manera escrita sus infinitas misericordias y bendiciones que me hace vivir día tras día. Para entonces ya había recibido a Jesucristo en mi corazón.
Fue hace 30 años que el Señor Jesucristo me llamó a su conocimiento y en todo este tiempo me muestra que está conmigo en cada instante. Impactante fue para mí cómo Él me llamó ya que estando en un campamento de adolescentes encontrándose todos orando, dando de gritos y llorando; yo con mi gran soberbia y altivez me burlaba de aquellos que calificaba como: “locos”, “fanáticos”, “mentes débiles”, pero de pronto me encontré caído en la tierra llorando, con un llanto verdaderamente asfixiante el cual no me dejaba articular palabra y tan solo recuerdo un pensamiento en mi mente y desafiante en donde decía a Dios “Si dizque eres tan poderoso sáname y contaré tus grandezas allá en Monterrey” ya que sufría de un dolor en una pierna por un mal ejercicio que hice. Saben en aquel día Él Salvador del Universo fijó sus ojos en mí y tuvo misericordia y salvó mi alma, ¡era increíble! aquel día nací de nuevo, desde entonces Él, el Cordero Santo de Dios rige mi vida y, a pesar de ser tan imperfecto Él se perfecciona en mí, haciendo cambiar mis pensamientos y poniendo en mi corazón el guardar sus mandamientos ya que es demasiado claro y real para mí que solo Él tiene palabras de vida Eterna, con las cuales alimenta mi alma y mi espíritu se fortalece.
Por eso quiero agradecerle de su infinito amor, agradecerle porque cuando estoy triste su gozo Él me da, hacerme sentir especial para Él, ya que al darme la oportunidad de estar aun en este planeta sé que tiene más cosas preparadas para mí, solo me resta decirle que si es así, sea tomado de su mano, ya que estando Él a mí lado desaparece todo miedo, afán y desesperanza.
Cristo, Rey y Señor, que la tierra sea llenada de su Gloria y que en los hombres sea sembrada la semilla de su evangelio y las naciones se rijan por el poder de su palabra. Amén.




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