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Editorial 126

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 3 sept 2016
  • 2 Min. de lectura

La paz del Señor Jesucristo en vuestro espíritu

Los hijos de Dios por la fe en Jesucristo nos apegamos a la palabra vertida en el nuevo pacto, para nosotros los que profesamos a Jesucristo, nos convertimos en santos (apartados por Dios) de no inmiscuirnos en las cosas del mundo, de sus deseos, de sus pasiones, su apego a lo material; como además de no poner la vista en lo físico, de no seguir la corriente desenfrenada del sistema mundial. Por contrario, buscamos dominar los impulsos carnales y almáticos de nuestro ser, de menguar en las circunstancias en las que nos vemos rodeados, de fortalecernos en el espíritu de los ataques del enemigo, de hacer la voluntad y propósito de nuestro Señor Jesús en esta vida.


¡Bástate de mi gracia! es una admirable instrucción enseñada por el Espíritu Santo. Debemos estar contentos con lo que tenemos pues de no estarlo; la codicia, la avaricia y el anhelo de volverse a la búsqueda de riquezas nos pueden hacer un daño espiritual de terribles consecuencias.


Vivir en el fruto del Espíritu es tener la vida del poder de testificar con ejemplo y testimonio, la fe en la palabra del Señor Jesucristo nos consuela y reconforta de saber que él está la pendiente de cada uno de los miembros de la iglesia, nadie queda excluido y a todos por igual nos sustenta físicamente como espiritualmente. No debemos preocuparnos por el día de mañana, debemos de seguir con paciencia nuestras actividades terrenales en completa paz y esperanza de que él tiene cuidado de nosotros.


La palabra del nuevo testamento dice “no temer lo que el hombre nos pueda hacer” esta frase está incluida en nuestro espíritu para fortalecernos que nuestros semejantes no nos quieren y por obediencia tenemos que amarlos, soportando, sufriendo y creyendo en resistir sus ataques para desesperarnos de nuestra situación.


El Señor Jesús es nuestro proveedor, él es nuestro alimentador, nuestro sustentador, nuestro sanador, nuestro guía, él es nuestro cuidador, él es nuestra protección. Nadie ni nada podrá separarnos de su amor y misericordia, él nos ha prometido llevarnos al Padre, debemos de consolarnos con la palabra de estar contentos con lo que tenemos, techo, alimento y abrigo.


En el contentamiento de nuestra alma puede agregar educación, sanidad, trabajo, crecimiento espiritual, transporte, oportunidad de viajar. Como un agregado de nuestra provisión de fe y amor por los demás, no estemos ociosos sirvamos al que enseñó que el servicio a los hermanos es brindarse sin quejas ni amarguras a dar de lo que tenemos. Amén.

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