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Vosotros no sabéis de qué espíritu sois


Es fácil detectar quien está en la carne y deja las cosas del Espíritu y se propone a volver a su estado natural y de llevarse por su “yo” de lo que ha sido rescatado. Hay mucha complacencia de manifestar la antigua condición humana, hay que tener el Espíritu Santo morando íntimamente y ser guiados en su fruto para experimentar las bondades y la gracia de Jesucristo en nosotros.


Se relata el siguiente pasaje bíblico En el capítulo de Lucas 9:51-56 51 Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. 52 Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. 53 Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén. 54 Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? 55 Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; 56 porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.


Samaria era una tierra poblada por idólatras que tuvo mucho auge en su pasado y en los tiempos de Jesucristo constituía una entidad antagónica con los judíos, el mismo Señor Jesús les dijo a sus discípulos que no fueran a las ciudades de Samaria a predicar el evangelio. En el presente de la visita del Señor Jesús, deseaban tener un lugar de adoración a Dios. Esa era la disputa con el pueblo judío de que no aceptaban a la ciudad de Jerusalén como la ciudad de adoración para Dios.


La característica principal de no aceptar adorar a Dios en Jerusalén por los samaritanos es el resultado de intolerancia mostrado por parte de los judíos que se preocuparon para darle demasiado énfasis a sus ritos y tradiciones, en lugar de pregonar y publicar la bondad del Padre manifestada en los Salmos y en la riqueza de su historia del gran protector y cuidador que los había elegido.


Inicia el pasaje revelándonos que el tiempo del ministerio de Jesucristo estaba por terminar y había de cumplirlo visitando Jerusalén, pasarían por Samaria y había que hacer preparativos para posar y descansar, pero no lo recibieron porque tenía su aspecto de ir a Jerusalén.


Este pasaje es relacionado con el de Juan 4:20 cuando con el encuentro que tiene con la samaritana en el cual ella le explica 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar, para confirmar la línea de la rivalidad en ese aspecto.


Esta intolerancia se refleja en la respuesta de Jacobo y Juan en el cual desatan su ira (naturalmente humana, al ser ellos judíos) por no haberlo recibido y le dicen al Señor Jesús, Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? Ese ha sido el error de los religiosos y las organizaciones humanos de conquistar con odio y venganza al que no concuerda con ellos. La historia del mundo da cuenta de todos los atropellos, guerras, violencia, castigo a todos los que se oponían a un supuesto evangelio de Jesucristo.


Los verdaderos predicadores de la palabra del Señor Jesucristo lo hacen en el Espíritu y con el fruto del Espíritu Santo y en amor. Pues la templanza radica en que debes estar preparado para recibir un “sí” de los oyentes o digerir un “no” de los mismos.


Cuando es un sí, no esperes que sea por tus dotes de elocuencia, tu preparación mental o física, el lenguaje corporal, tu presencia física. ¡NO! Sencillamente porque tu fuiste enviado por el Espíritu a esa gente y ellos ya están ordenados para salvación. Ya habían sido escogidos con antelación por el Padre. Tu eres el instrumento para que ellos oigan, vean, crean y sean parte de la nueva familia de Dios en Cristo.


Y si es un “no”, es el testimonio de que la palabra debe ser predicada, Cristo debe ser anunciado de todas maneras a toda carne y los tales que no escuchen y te rechacen, no están rechazándote a ti, rechazan a quien te envió y rechazan al Dios que anhelaba ser su Padre. Pero sencillamente sacude el polvo de tus pies y apártate de ellos, pues con su boca han tomado su decisión.


Así que sea una respuesta o la otra, no debemos tener parte personal, pues ya hay propósito de salvación o condenación y uno no tiene injerencia en la desición de los oyentes. Por eso el Señor Jesús reprendió a sus discípulos, porque tomaron parte y se dejaron llevar por la humana rivalidad, cuando era simplemente su opción de decidir si creían o no al mensaje de Jesús en ese día. Al rechazarlo, decidían seguir su camino fuera de la gracia y de la vida eterna. Paz, ante todo, paz. Ese es el sello de los verdaderos predicadoes de la verdad, no de payasos charlatanes y embabucadores de palabras vanas. Amén.



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