De su pobreza echó todo el sustento que tenía
- Cuerpo Editorial
- 31 dic 2016
- 3 Min. de lectura

La primordial misión del Maestro Jesús es enseñar a los discípulos las lecciones del evangelio en la aplicación diaria de la vida, y aprovecha cualquier circunstancia para que el aprendizaje quede de una forma permanente: de que las cosas del cielo son muy diferentes a las de la tierra. Él vino a mostrar con crudeza el hecho que los religiosos de su tiempo que se habían apartado de Dios, Jesús conocía el corazón de los judíos y en el pasaje bíblico de Lucas (capítulo 21:1-4) demuestra la importancia de dar con desinteresada intención un siervo, (aunque esta condición no es para la iglesia el día de hoy), solo nos está permitido dar de lo que Dios nos haya dado de bendición, los hijos de Dios estamos acostumbrados al pan de cada día, al techo, al abrigo, al transporte en sus necesidades básicas, por tanto poco hay qué repartir y dar.
Esta lección es para desenmascarar la hipocresía de los religiosos judíos, pues ellos constantemente presumían de dar y lo daban en público para ser notados. Daban de lo que les sobraba no por el gozo de ayudar sino que solo repartían para ser vistos. Existen congregaciones humanas que se dicen ser cristianas y señalan y clasifican a los hermanos por la dádiva de lo que ofrendan y lo hacen públicamente, mencionando a los hermanos según el valor de su aportación, según ellos en su ignorancia y apartados de Jesucristo mencionan a los hermanos de mil, quinientos y doscientos pesos y en tono despectivo mencionan al último a los demás con desgano y enfado de otras aportaciones de poca monta.
Voy a transcribir literalmente estos cuatro versículos para que se avergüencen de su conducta sobre esta enseñanza del Señor Jesús.
Lucas 21:1-4: Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. 2 Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas. 3 Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. 4 Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía.
Las ofrendas son aportaciones a Dios y constituyen una dádiva de amor para suplir necesidades de hermanos en un proceso de purificación. Es prueba para ambos: el que da y el que recibe, por lo tanto, se debe de cumplir con alegría el poder de dar y de agradecer el que recibe. La iglesia del Señor Jesucristo no ha sido gravada con el diezmo judaico, somos libres de esa ley judaica. No hay templo qué mantener, no hay sacrificios qué hacer, no hay ceremonias ni ministerios qué mantener; con excepción de los apóstoles y evangelistas que proclaman a Jesucristo como el Hijo de Dios, en su travesía y camino. Sólo hay amor que prodigarse y ayudarse mutuamente. Por eso les describía anteriormente que el ejemplo de esta viuda no es para nosotros, sino para que se vea la justicia de Dios y que fue vista desde lo Alto.
Menciona la escritura que la viuda era muy pobre, sin marido y quizá sin hijos, anciana y con dificultad para agenciarse el pan, no le importó su condición y practicando la fe y esperanza echó dos blancas, cantidad ínfima de aportación, valor muy bajo en comparación con lo que dieron los ricos -estos dan lo que les sobra, lo que no les hace falta- los que cumplen para ser vistos por los demás. Ellos no hacen ningún esfuerzo solamente se engañan que dan.
El Señor Jesús hace una comparación y dice que la viuda dio más que todos los que habían echado en las ofrendas. El reconocimiento y su juicio es declarado como verdad absoluta: “mas esta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía”. La viuda se desapegó de todo para cumplir con las nuevas formas de dar. Amén.
Comments