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Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres.

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 1 abr 2017
  • 6 Min. de lectura

Las palabras de este título se encuentran en el capítulo 8 del evangelio de Juan, ilustra la gran intención de provocar al Señor Jesús por parte de los escribas y fariseos, ellos no cejaban en su intención de que el Señor Jesús cayera en una contradicción en la ley para poder acusarle y acabarlo de una vez por todas.

Hasta la fecha los judíos siguen negando a Jesucristo como el Hijo de Dios, siendo hasta ahora en nuestros tiempos un pueblo envilecido en su humanidad y rebelde y afrentoso contra Dios, es la misericordia del Padre la que hasta ahora los ha guardado y los sigue cubriendo. De toda su mezquindad para con el Hijo y con Él mismo.


No recibieron a su Hijo y este capítulo da muestra (como en los otros tres evangelios anteriores) que ellos estaban en contra del él, no por falta de conocimiento, sino por resaltar a todos su desobediencia a Dios. Lo que sí es de comentarse es que algunas sectas o denominaciones enseñan a los creyentes a que vean al pueblo judío como el pueblo de Dios, dignos de ayudarlos y orar por ellos. Los judíos actuales siguen igual que esos escribas y fariseos que denotan y hacen hasta lo imposible por desaparecer a la cristiandad de hoy.


Lo cierto es que se acerca el tiempo en que ellos vuelvan a ser tomados por Dios, los nuevos creyentes deben poner su vista en el Señor Jesucristo, en ninguna otra figura o nombre para prevalecer en este mundo en victoria.


Para los que les gusta la ley son verdaderos hipócritas (conozco a muchos y en gran cantidad) que pregonan guardar la ley y se topan con este hecho y conociendo que en sus congregaciones y aun ellos mismos cometen adulterio, no cumplen con estas dispociones de la antigua ley, demostrando que son hipócritas y que en nuestro medio, es uno de los pecados más arraigados en el libertinaje del mundo.


Este pasaje bíblico ya se ha descrito por otro hermano, sólo nos referiremos a ciertos hechos para mostrar la sabiduría de nuestro Señor Jesús ante el pueblo judío que alardeaba conocer a Dios pero su corazón estaba lejos de seguir a su Dios.


El mensaje de este blog es dar a conocer que en todo el mundo no había otro maestro autorizado por Dios para predicar las buenas nuevas más que su Hijo Jesús el Cristo. Así que para los nuevos que iban a ingresar a la iglesia, había que dejar lo antiguo y seguir lo nuevo. Hasta los escribas y fariseos le reconocían como Maestro, pero no concordaban con sus enseñanzas porque siempre les redarguía de pecado, por sus malas obras.


Se hace una exhortación a todos los lectores que dejen de judaizar y volverse a la ley. Ahora somos de Cristo y pertenecemos a su iglesia que está establecida en toda la tierra y nos demanda vivir en fe y con amor.


Siguiendo con el tema que nos ocupa dice la escritura: Trajeron una mujer que según la ley debería ser apedreada y solamente trajeron a la mujer y no llevaron al hombre pecador como debía ser: hasta en eso su justicia era totalmente defectuosa e injusta.


Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Les da tiempo para que piensen lo que están haciendo porque su injusticia es de todos vista y desagradable. Él juzga sobre la tierra, su dedo escribiendo lo dice todo y ellos seguían insistiendo. Entonces se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.


Ya está escrito que desde los más viejos y luego los jóvenes, al oír las palabras sabias del Maestro, empezaron a retirarse y dejaron a la mujer adúltera y a Jesús de Nazaret solos. Si alguno de ellos hubiese tirado la piedra, hubiera sido tomado como un blasfemo por todos los que estaban ahí. Sus conciencias les recriminaban que ellos en otras situaciones faltaban a la ley. Y más los fariseos, que se aprovechaban de las viudas y los huérfanos y otras acciones delictuosas que hacían en sus actividades cotidianas. La ley de Moisés era para prevenir que se cometiesen pecados y guardar el orden social, no para matar gente a diestra y siniestra.


Así que si hubieran apedreado a esa mujer, ellos mismos no habrían escapado de la muerte, siendo consumidos por todas las fechorías que habían cometido y tuvieron temor y se alejaron, recordando su historial añejo de rebeliones y castigos ejemplares (enfermedades, espada, mortandades, tragados por la tierra, muerte instantánea, etc.). Esto es lo que vemos en las religiones actuales: no aplican la misericordia, ni el amor, sino que los vuelven con su intrasigencia otra vez a su actitud pecaminosa para echarles en cara y tener dominio de sus personas y hacen una tremenda simulación de que ellos son casi perfectos y son viles esclavos del pecado.


La palabra de Dios no está hecha para confrontar al mundo, sino que está hecha para anunciar su amor y misericordia. Venimos a este mundo a dar testimonio de Jesucristo en nuestra vida mediante humildad, en sabiduría y misericordia. Tenemos el Espíritu Santo que nos ayuda a perdonar y andar en Espíritu. Nos recuerda que no somos nadie para echar en cara a alguien de sus faltas. La palabra dice que de lo vil y lo menospreciado en este mundo él nos rescató. Por eso aquellos siervos que se dicen que no son pecadores, blasfeman y mienten y se comportan como Jonás que en su enojo e intención quería que Dios destruyera a Nínive atendiendo el pasado de ese pueblo, mas Dios en su misericordia no destruyó a esa ciudad porque vino en arrepentimiento.


Para aquellos que predican mentiras que el Señor Jesús se enfurece con los que pecan, el Espíritu Santo hubiese registrado un acto iracundo de parte del Señor Jesús hacia esa mujer… En cambio lo único que le dice que él no la condena. El Señor Jesús para los que creen y caen en faltas no los condena ni los agravia, como dicen los anticristos que hablan de un Jesús molesto con sus ovejas o miembros del cuerpo por las debilidades de la carne de sus siervos. Pongámoslo de esta manera: Si te machucas un dedo ¿te pegarías en ese dedo machucado como castigo? o si te caes ¿le vas a pegar a todas las partes dolidas de la caída? Por el contrario, vas hacer todo lo posible para que se restaure dicho miembro del cuerpo y que siga funcionando con normalidad.


Hay que cuidarse de esos guías ciegos y habladores contumaces que todo lo pervierten para sentirse superiores a todos, al término de este pasaje bíblico aparece una frase que ha sido tergiversada por esa clase de predicadores falsos al interpretar que no peques más significa que no se debiera de pecar nunca más. Ilógico dicho razonamiento. No peques más es una advertencia hacia esa mujer de la justicia del clero judío, pues él ya no iba a estar más con ella para defenderla físicamente. Él vino a cumplir con la ley porque era judío, pero su pecado era de muerte y ella, si volvía a ser sorprendida, entonces los judíos ya podrían aplicar la ley judaica contra ella, por eso le reconviene no peques más, mas no que ella viviría sin cometer pecados a partir de ahí. En pocas palabras, Jesús le dijo que se guardara de adulterar de nuevo. El tiempo venía en que la iglesia iba emerger para oscurecer los cleros paganos y judíos. La justicia del Señor Jesucristo está en nosotros, el Espíritu Santo habría de venir para conducirnos en el Espíritu. Él no condena. Él vino a salvarnos, él va a condenar solamente a los que no crean. Tú, amigo lector, si crees que el Señor Jesucristo es Hijo de Dios, estarás exento de esa condenación, amén.


Juan 8:1-11 y Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. 3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, 4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. 5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? 6 Más esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. 7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. 8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. 9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.

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