Editorial 167
- Cuerpo Editorial
- 17 jun 2017
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La paz del Señor Jesucristo en vuestro espíritu
El hombre en su ignorancia culpa y responsabiliza a Dios de los males que suceden a la humanidad y al planeta, fingen ser escépticos de Dios y sin embargo, imputan los desmanes que ocasiona el hombre a sus propios semejantes. El hombre en su torpeza, guiado en su mayoría por líderes religiosos y teólogos hace posible ver una “inestabilidad” de confiar en Dios y sin leer la escritura (mucho menos conocerla) da su opinión de que el mundo es un lastre y que las manifestaciones de violencia y mortandad que ocurren Dios es responsable por permitirlas.
El príncipe de este mundo es satanás y sus ángeles caídos atormentan al hombre para no obedecer y no ver la voluntad de Dios, satanás es el causante de las guerras, asesinatos, de las mentiras embaucadoras para seguir oprimiendo al pueblo, es el maestro del odio y de los pleitos entre naciones, es el formador de generaciones de jóvenes de imbuirles los nuevos distractores de su mente y corazón para olvidar y desviar a la palabra de Dios y Jesucristo.
Aun lo bueno lo convierte en una masa de avaricia, codicia y rapiña de ayudar a los semejantes, todo en aras de conseguir un individualismo que aísle y no quepa la más mínima muestra de amor en el hombre por los que viven a su alrededor. Él es el incitador de la deformación del sexo, de contrariar el verdadero amor espiritual, de la locura de ídolos humanos, de perder esperanza en el porvenir, de andar en las tinieblas, de desviar a la ciencia, educación y cultura a una filosofía vana de que el hombre por sí mismo es capaz de salir avante en una unidad falsa e indemostrable.
El Padre quiere lo mejor para el hombre (su creación) pero el enemigo, aunque no puede crear nada el sólo destruye, miente y aparta de la verdad al hombre. El Padre puede crear cualquier situación y extender su reino a ese lugar en cuanto lo pidas en el nombre de Jesucristo, él es la verdad y su propósito es para que los Hijos de Dios crean que somos más que vencedores en este mundo, el Espíritu Santo que mora en los hijos de Dios es el que da la fortaleza, el temple, el poder, la sabiduría, la paciencia, el amor, la esperanza y la fe para vivir en este mundo. Somos los hijos de Dios los que damos la luz al mundo por seguir el testimonio de Jesucristo el Hijo de Dios.
En su segunda venida el Señor Jesús vendrá con aun más poder para restaurar todas las cosas en este mundo y su iglesia reinará con él en todos los confines de la tierra, los mil años más seguros y pacíficos que el hombre haya experimentado. El gozo de ver el amor expresado en quienes regirán la tierra constituirá un bálsamo para los habitantes de esa época, el príncipe de este mundo será atado juntamente con sus secuaces, solo el hombre con su carne y su alma estarán frente a frente con el poder divino. Hay que esperar la venida del Señor Jesucristo y vivir en ese periodo antes de partir a la eternidad. Amén.
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