Perseguía yo este Camino hasta la muerte
- Cuerpo Editorial
- 24 dic 2017
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El capítulo 22 de Hechos de los apóstoles da una fuente importante de que el apóstol Pablo fue enviado a los gentiles por disposición del mismo Señor Jesús contrariando el fundamento de mentira del sistema religioso babilónico. Al final de este tema transcribiré completo este importante apartado en el cual narra la conversión del apóstol Pablo y muestra sus dos formas de nacionalidad que tenía la judaica y la romana. Ahora se encuentra convencido que este testimonio es terrenal y procede de la espiritualidad para la eternidad.
El apóstol Pablo fue judío, hablaba lenguaje hebreo, nacido en Tarso de Cilicia, instruido a los pies de Gamaliel (parámetro que hace suponer era rico y culto) cumplidor de la ley, hasta aquí son sus credenciales físicas.
Pablo fue además perseguidor de la iglesia, a los que estaban en el camino (Jesucristo) por igual hombres o mujeres, y ahora está en la misma situación en calidad de perseguido, él los atrapaba con permiso de los sacerdotes a través de sus cartas humanas (Pablo se codeaba con las principales autoridades religiosas). Hasta estas referencias, él cuenta lo que hacía conforme a su entendimiento. Ya en anteriores blogs hemos tratado y explicado esta conversión pero vale la pena volverlo a recordar.
Camino a Damasco fue alcanzado por el Señor, su relato lo hace describir: “me rodeó mucha luz del cielo” oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 8 Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues.
Saulo no conocía a Jesús de Nazareth, pero el Señor conoce a todos y el Señor se identifica. Pablo era celoso de Dios y por ende de la ley, cumplía las dos partes y no solamente una y: 10 Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas.
Hay que mencionar nadie de los que estaban a su alrededor vio o escucho alguna manifestación de Jesucristo, solo vieron que él había perdido la vista y había mucha luz y por ende fue conducido a Damasco.
12 Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban,
13 vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré.
14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
15 Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.
En estos versículos explícitamente se describe el propósito del hecho inusitado en la vida de Pablo serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. Quiero describir una característica principal para los que ejercen ministerio cercano a la voluntad del Señor Jesús: Ananías, varón piadoso según la ley y Saulo, estrictamente conforme a la ley de sus padres, celoso de Dios. No quiero demeritar a nadie pero el servicio a Dios implica vidas ejemplares al propósito de Dios y no cualquier individuo que ha cometido diferentes delitos y diferentes actos contrarios a la ley de Dios y la ley del mundo. No menosprecio a nadie solamente expongo una condición para servir a Jesucristo conforme a su plenitud.
El siguiente versículo es para agradecer al Padre el llamamiento a este camino Ahora, pues, ¿por qué te detienes? ¡Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre! Como todo creyente, Pablo se bautizó en el nombre de Jesucristo y lavó sus pecados con tan sólo invocar su nombre. Esta enseñanza es para los malos obreros que enseñaban que la salvación se pierde. No hay más mentira que la anterior declaración, el Espíritu Santo registra la anterior situación de Saulo y con tan solo invocar el nombre de nuestro Señor Jesucristo lavó sus pecados.
Pablo se devolvió a Jerusalén y fue al principio reacio a la nueva vida (eso mismo sucede cuando se sale de una religión, se cree que lo aprendido debe seguir practicándose) y orando en el templo… Que después sería arrasado por poner el pueblo judío su vista en esa construcción y no en quien dio los planos para su construcción. En un éxtasis oyó las palabras del Señor Jesús: “Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí”.
Ahora el apóstol Pablo comprende que los judíos no creerían a su palabra y que por más avisos que le dio el Espíritu Santo de guardarse de ir a Jerusalén se olvidó del inicio de su ministerio, pues ya le había profetizado el Señor Jesús que el pueblo judío no recibiría su testimonio.
Pablo pensaba que quizá podrían oírlo debido a que él era como ellos antes de su conversión y recordaba todas los cosas que hizo para ellos contra la iglesia inicial.
Más el Señor Jesús tenía otros planes y propósitos y le dijo estas palabras: Ve, porque yo te enviaré lejos a los gentiles. Jesucristo es El camino y habrá que predicarse por los caminos del mundo conocido, son los gentiles los que habrán de recibir la nueva verdad, la sana doctrina del Señor Jesucristo, el evangelio supremo de la obediencia al Padre, la vida espiritual que demanda nuestro Dios para dar testimonio que somos sus hijos. No es la nación judía el pueblo que habría de adoptar la verdad y la libertad. Esa generación estaba condenada a pagar su rebeldía y su propia maldición y Pablo pagaba su precio por desatender el propósito de Dios, pero aun así el Señor no permitió que lo tocasen los judíos y lo salvó de la oposición y resistencia a su nombre. ¡Bendito el Señor Jesús que nos restaura, enmienda, repara, corrige ayuda en nuestros yerros! Amén.
Varones hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros. 2 Y al oír que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio. Y él les dijo: 3 Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros. 4 Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres; 5 como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados. 6 Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo; 7 y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 8 Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues. 9 Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo. 10 Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas. 11 Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco. 12 Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban, 13 vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré. 14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. 15 Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. 16 Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre. 17 Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis. 18 Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí. 19 Yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti; 20 y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban. 21 Pero me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos a los gentiles.
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