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Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 18 mar 2018
  • 4 Min. de lectura

Lectores amados, el capítulo seis de Romanos sin duda desvela el gran escudo que Dios ha puesto en sus hijos para todos aquellos que hemos confiado en su Hijo. Constituye un golpe contundente a todo detractor del evangelio del Señor Jesucristo al enseñarnos las promesas de la fe, pues ha despejado toda duda de la gran misericordia de Dios para con aquellos que le invocan y creen en su palabra.


Muchos denominacionales y religiosos nos han atacado por predicar el evangelio del supremo poder de Dios para perdonar y publicar el enorme sacrificio en la cruz de su Hijo y su gran resurrección en el cual nos ama desde su trono por perseverar en su palabra.


El versículo uno de este capítulo pone en perspectiva que el Señor Jesús pasa por alto las debilidades en nuestra carne porque sabemos que no podemos ser salvos por nosotros y requerimos su ayuda para fortalecernos y esta obra la hace por el Espíritu Santo, rechazando a los que nos agreden diciendo que la condición pecaminosa nos aleja del Señor continuamente.


Funciona así: gradualmente dejaremos de perseverar en el pecado y en mismo tenor dejaremos de estar influenciados exclusivamente por éste, porque ya están cubiertos; lo único que hacemos es reconocer y pedir que nos fortalezca para no seguir en esa conducta pecaminosa, eso es lo que nos justifica delante de él. Ya estamos muertos al pecado porque él nos cubre, porque creemos a su palabra y el versículo tres es un golpe a todos aquellos que bautizan en el nombre del Padre, del Hijo y el Espíritu Santo, porque al bautizarnos en Cristo Jesús hemos sido bautizados en su muerte y el versículo cuatro afirma:


4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.


Queremos que los creyentes en Cristo Jesús vivan para andar de victoria en victoria y no pensar con derrota creyendo que no son salvos.


Es muy importante aclarar lectores que ya no hay quien nos acuse delante del Padre por nuestros pecados, porque Satanás perdió esa concesión al ser expulsado por Jesucristo de la corte celestial y solo le queda engañar a los líderes religiosos y denominacionales, imponiendo el temor a sus feligreses para dominarlos y despreciar la palabra del Señor Jesús. Recuerden: si alguno ha pecado tememos abogado (Jesucristo) para con Dios.


El Señor Jesús fue sacrificado en la cruz y murió. Eso es lo que hacemos también cuando creemos: ponemos nuestra carne con todos sus miembros y lo entregamos al Autor de la vida y él nos da de su vida y en abundancia sin medida para que vivamos en sus obras. Pero si alguien anda encubierto en medio de la iglesia no creyendo y haciendo tropezar a los débiles con sus malas enseñanzas, el tal no es del cuerpo de Jesucristo. Los del Señor enseñamos de la palabra escrita en las cartas epistolares.


El versículo 12 es a menudo malinterpretado por todos aquellos falsos obreros: 12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;


No dice: no peques sino dice: no reine, es decir que no sea tu vida más obras de pecado que fruto del Espíritu Santo. Volvemos a lo que se ha comentado en diferentes blogs: los falsos obreros y maestros engañan con sutileza para tener atemorizados a los creyentes. La carta a los romanos es la carta que te libera y te hace vivir en la nueva vida de fe, de esperanza y de amor. El gozo que experimentan nuestra alma y espíritu aumenta cuando se lee el siguiente versículo:


14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.


Si crees esto, el pecado poco a poco dejará de estar en tu carne, habrás dominado con fe y el Señor Jesús te ayudará con su Espíritu a que vivas una vida de amor por fe y esperanza. Por consecuencia sabrás que la ley no es para los hijos de Dios, sino la gracia. Amén.


Gocémonos hermanos y demos gloria a Aquel que nos salvó por amor y nos enseña por el Espíritu su palabra. Transcribo los primeros 14 versículos del capítulo seis, que nos da paz y entendimiento del plan de salvación de nuestro Padre. Amén.


¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. 5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; 6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. 8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; 9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive, para Dios vive. 11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. 12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. 14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

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