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Sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 25 mar 2018
  • 3 Min. de lectura

El primer hombre en su caída trasladó a las siguientes generaciones el pecado que conduce a la muerte. Dios hizo el árbol del bien y del mal. Él no quería que el hombre conociera lo malo y le prohibió tocarlo. Todos conocen la consecuencia de la desobediencia de Adán. El hombre en su carne se hizo pecaminoso y no puede sacudirse dicha situación por la transgresión. Todo ser humano hereda esa situación y al decir todos es todos y el que diga lo contrario falsea lo que está escrito en esta carta a los Romanos por la sabiduría de lo Alto del Espíritu Santo.


Y con una analogía sencilla explica que la mujer está sujeta al marido mientras vive y si llegase a morir es libre de la ley del marido y podrá casarse con otro que le imponga su ley y obedezca su marido. Así de práctica y simple es la Voluntad de Dios, lo demás procede del mundo y es diabólico. Sigue con la referencia que si la mujer mantiene una relación con varón que no es su marido entonces adultera. La analogía funciona con la iglesia como la futura desposada del Señor Jesucristo y estamos sujetos a la palabra de Jesucristo, no del antiguo testamento ni de mandamientos humanos o filosóficos.


Haber muerto a la ley es una muestra de amor y justicia de nuestro Padre quien interpone el cuerpo de Cristo para que sigamos sus enseñanzas y sigamos en fe el camino a la salvación y llevar fruto a Dios por obedecer y entender el magnífico plan de salvación de Dios.


Todos hemos experimentado la carne pecaminosa y seguiremos experimentándola pues es la condición de la naturaleza carnal. La diferencia estriba que antes andábamos en la ley y ahora en Cristo, andamos en el Espíritu que nos libera de esa ley. No hay hombre que diga no ha tenido debilidades y caído en la carne. Haría mentiroso a Dios y se enfrentaría al desafío más duro por su vanidad y orgullo que lo llevaran a la idolatría, una desobediencia abominable al Padre.


A los creyentes en Jesucristo se nos enseña lo que está escrito en el versículo 6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.


El vocablo letra se refiere a la ley y el Espíritu es vivir con gracia la palabra del Señor Jesús resguardada en el nuevo pacto. Qué importante es hermanos la lectura de esta carta porque viene a separar la contaminación religiosa de nuestra vida para Dios. Sigamos al blanco que es nuestro Señor Jesús, despojémonos de toda carga de pecados y sigamos viviendo la fe que nos lleva actuar en la verdad y en la esperanza. Amén. Transcribo los siguientes versículos:


¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive? 2 Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. 3 Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera. 4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. 5 Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. 6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.

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