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Siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 19 may 2018
  • 6 Min. de lectura

Ya en anteriores blogs los colaboradores han expuesto el conocimiento que Dios es uno, mientras los que están errados y se convierten en seguidores del error anuncian a un Dios trino, siguiendo la manifestación del enemigo de Dios para confundir y llevarlos a la apostasía. Éste es un tema delicado que ya se ha sustentado y lo mencionamos por el interés que muestra el Espíritu que así debemos de estar en unidad todos los hijos de Dios en esta vida espiritual.


Dios es nuestro Padre y es Padre de nuestro Señor Jesucristo. Este conocimiento nos hace ser hijos y, provistos de su Espíritu Santo, es que nosotros resistimos (con este conocimiento real y verdadero) al mundo, al diablo y a nuestra carne. El vocablo trinidad es un atentado contra la gloria del Único y Sabio Dios, Él es el gran Yo Soy y su Hijo Jesucristo, sentado a Su diestra y su Espíritu viven en el espíritu de sus hijos gracias a la fe en el Señor Jesucristo.


Los seres humanos tenemos diferentes roles en el mundo y sin embargo solamente somos uno, no hay dos o tres de nosotros, solamente eres tú, yo, o él y cada uno habrá de ser juzgado. Somos carne, alma y espíritu y seguimos siendo uno. ¿Por qué entonces hacer sacrilegio al decir cosas que no están escritas? Dios es uno y así se establece el conocimiento de toda verdad.

El capítulo 12 de Romanos pone una analogía para todos los hermanos en Cristo, con un cuerpo humano que está provisto de órganos internos y externos con diferente función relacionados entre sí para dar vida. Diferente esencia tiene el corazón, el pulmón, las vísceras, los nervios, los huesos, el cabello etc. Todos con diferente esencia pero ayudadores entre sí para vivir.

Así debemos de enseñarnos a vivir en la unidad como Cristo mencionó de su unidad con el Padre. A pesar de estar él en forma corpórea y Dios en su gloria y majestad. Somos diferentes con función específica provista por Dios y no por nosotros mismos. Si hemos sido hígado habremos de trabajar como el hígado al servicio de todos los demás órganos, lo mismo los brazos, cuello, aparatos genitales, digestivo, circulatorio, etc. Debemos de entender esta analogía sencilla pero profunda para conocer el propósito de nuestro mover y de ayudarnos mutuamente por el paso en esta vida y dar testimonio de Cristo.


Lo que muchos creyentes no tienen en cuenta es que somos un cuerpo en el cual Cristo es la cabeza, no hay intermediarios, vicarios o representantes. Cualquier creyente en Jesucristo es un miembro del cuerpo y tiene su función, con esto golpea a las religiones, denominaciones y sectas que siempre buscan jerarquía y acaparar los reflectores para un protagonismo contrario a Dios, haciendo a un lado la multiforme gracia y sabiduría que Dios tiene para con cada uno de sus hijos.


Ya se había mencionado en un anterior blog que nuestro propósito tiene diferentes fines para actuar: con Dios, con nuestro Señor Jesucristo, nosotros con los del mundo y con los miembros de nuestro cuerpo que es la iglesia.


El Espíritu Santo en la carta a los Romanos describe algunos dones que han sido repartidos a diferentes hermanos para el auxilio de la comunidad espiritual de los hijos de Dios. Los religiosos y los que se ponen al frente de congregaciones enseñan que sólo ellos acumulan y son receptores de dichos dones, mintiendo a sus feligreses y por ello ese nicolaísmo que ejercen a dominar y poner en servidumbre a los de su congregación. Tenemos que escribirlo porque esto es en realidad que acontece en el mundo religioso satánico.


Lo que está escrito es que teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, hay diferentes dones para diferentes hermanos y no solamente a uno (como quieren hacer creer los falsos obreros de maldad), así todos los hijos de Dios por la fe en Jesucristo tenemos diferentes dones y en su etapa inicial estos son algunos que se deben de experimentar en tu vida básica o primaria:


Si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe


El Espíritu Santo otorga el don de la profecía a los hermanos a fin de que se guíen en el Espíritu y en la verdad. Los mentirosos acostumbrados a falsear la profecía inician sus profecías de la siguiente manera: “y dice Jehová” o “el Señor me dijo:” es una vil mentira. El Espíritu Santo habla en primera persona en blogs anteriores. Ya se ha mencionado este asunto y en posteriores blogs lo trataremos con mayor abundancia.


O si de servicio, en servir;


Lo único que no hacen esos habladores de maldad es servir: recuerden la sentencia escrita para definirlos: por sus frutos lo conoceréis.


O el que enseña, en la enseñanza


Este don es exclusivo para los verdaderos maestros. En su ignorancia, los que se dicen ser pastor en singular, creen tener este don que es sólo para los maestros.


El que exhorta, en la exhortación


Exhortar significa acercar. Los hermanos tienen que ser humildes y dejarse exhortar por los conocedores de la palabra de Jesucristo. Ellos te devolverán la paz si lo recibes con amor. Un error muy común es confundirlo con la amonestación. El mundo regaña, reprende y a veces es necesario reprender a los que se encuentran en rebeldía, pero la suavidad en nuestro trato es esencial para mantener la paz y el sosiego.


El que reparte, con liberalidad


Los hermanos que han sido provistos de grandes o medianos recursos económicos deben repartirlos entre los demás miembros que carecen de lo necesario y hacerlo con el ánimo de amar lo que están ejercitando, sin dolor ni tristeza (No hay diezmos en los hijos de Dios, sólo ofrendas entre los hermanos necesitados).


El que preside, con solicitud


El miembro de la comunidad que presida las reuniones (error de grandes males es creer que el pastor en singular presida las reuniones. Su fuente espiritual más cercana es la actuación de un sacerdote católico) debe hacerlo con el ánimo de que preside una reunión en donde está el Señor Jesucristo en medio de la congregación y por consiguiente hacerlo con la solicitud de dar libertad a los hermanos que tienen enseñanza o alguna profecía, dando lugar a los que el Espíritu Santo les haya concedido alguna participación para edificación de la iglesia.


El que hace misericordia, con alegría


La misericordia es para siempre y como hijos de Dios debemos de practicarla con sumo gozo, ser misericordioso tiene su promesa en esta vida. Es una característica de nuestro Padre y que nos enseñó el maestro Jesucristo, si no actuamos con misericordia entonces ¿qué somos y qué hacemos?


Los anteriores dones que el Espíritu da a los verdaderos creyentes deben cimentarse en la constante práctica del amor fraternal y sus diversas clases de amor en la vida de la iglesia. Debemos de aborrecer lo malo y seguid lo bueno. La guíanza del Espíritu Santo nos dará la sabiduría para obedecer la palabra de Jesucristo.


9 El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.

10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal;


La hipocresía no debe vivir en el cuerpo de creyentes y el Espíritu la representa con los antiguos fariseos, pues Dios ve todo. El común denominador en nuestra vida espiritual es el amor, sin él estamos vacíos, huecos, es vana nuestra existencia. El amor que profesemos nos hará distinguir lo malo de lo bueno y por ende aborreceremos la maldad, siguiendo al blanco que es nuestro Señor Jesucristo, a pesar de que es una práctica constante en el mundo.


En cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.


Es aquí donde debe el nuevo creyente entender que su separación de la vida anterior es ineludible para seguir a Jesucristo. Vemos con tristeza que muchos creyentes se vuelven ayudar a la familia en lugar de los hermanos necesitados. Honran el nombre de sus familias, en lugar de honrar el nombre de su Salvador. Ya el Señor nos dio oportunidad de convivir con la familia en la carne, debemos de salir de ella y ellos vendrán a nosotros en busca de la salvación. ¿No han quedado claros los ejemplos de: Noé, Abraham, Moisés, el mismo Señor Jesucristo, los discípulos del Señor Jesús, el apóstol Pablo, tan solo por mencionar algunos que dejaron sus parentelas? Nuestra visión ahora son los miembros de la iglesia, deja la parentela y envuélvete a lo que has sido llamado a pertenecer a la familia de Dios por Jesucristo. Si amas más a tu familia, inclusive más a tu esposa e hijos no es posible seguir a Jesucristo.


Tienes que entregarle todo a él y él te lo devolverá para testimonio del mundo. Amén.


4 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, 5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. 6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; 7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría 9 El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. 10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.

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