Yo sembré, Apolos regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios
- Cuerpo Editorial
- 7 jul 2018
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El apóstol Pablo por medio del Espíritu Santo da una lección de cordura a todo creyente, haciéndonos volver al fundamento de nuestra fe que es espiritual y no terrenal, como el resto de las religiones. ¿Qué se quiere decir con esto? Simplemente que Dios es el proveedor de la fe, Dios es quien sana, Dios es quien salva, es Dios quien nos lleva al encuentro con Jesucristo. No nosotros los que escribimos, ni los que van predicando, pues tanto ellos como nosotros, como Pablo, los apóstoles y los primeros hermanos en la fe, pues solo somos colaboradores de Dios en este ministerio de revelar la verdad, que es Jesucristo como el Hijo del Dios Viviente.
Ahora bien, nosotros colaboramos al prestar nuestros servicios a Su causa, por eso es un error decir que pertenecemos a alguien, que alguien nos apadrina o es nuestro mecenas como el mundo acostumbra para crear prosélitos. El contexto histórico se repite: unos dicen que son de una iglesia, de un tal, de una organización, cuando deberían decir “soy de Cristo”.
Pablo mismo se auto descarta como líder porque él sabe que no tiene más potestad que enviar la palabra de poder y porque sabe que el Señor Jesús es el gestor la creación de la iglesia, a quien no debe jamás usurparle su puesto como el Señor y el Pastor. Y él, como todos los demás que ayudan a la obra según su labor y esfuerzo en la fe, recibirán recompensa de Cristo mismo.
Ahora bien, el crecimiento lo da Dios puesto depende del grado de amor que profesemos en nuestro andar, aplicando el contexto espiritual de acuerdo con Efesios. Uno siembra, el que predica; otro riega, el que preside o discierne; pero lo que cada creyente haga con lo que recibe es cuestión personal entre ese creyente y Dios. Si este creyente hace a un lado todo, no crecerá, porque no pone como fundamento a Cristo. Pero si comienza a nutrirse de todo mensaje del Espíritu y lo aplica, éste crecerá por cuanto cree y confía en Dios, por medio de Jesucristo.
Así como en el reino vegetal hay especímenes de crecimiento lento, los hay de crecimiento rápido, también crecimiento de una vez y de crecimiento que es continuo, pero ¿qué tipo de crecimiento esperas tener delante de Dios?
Leemos a continuación:
3 De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. 2 Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, 3 porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? 4 Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? 5 ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. 6 Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. 7 Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. 8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. 9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
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