top of page

Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 19 jul 2018
  • 5 Min. de lectura

Amados hermanos lectores, la paz del Señor Jesucristo alimente abundantemente su corazón: Saludos.


Podemos voltear a ver a la religión dominante del mundo, la Babilonia que engaña a muchos con su compleja burocracia de dogmas, ritos y bases mentirosas que aun el Señor exclama de continuo: “Salid de ella, pueblo mío”. Dentro de toda esa maraña de absurdos e imposibles, me ha parecido adecuado tomar un botón para desenmascarar ese tópico como conviene al Espíritu.


El apostolado, según la denominación, ya no existe. Según Roma, es un ser mitológico en el cual se rodea de aureolas, con miradas perdidas en el espacio y sonrisas maquiavélicas como maquinando algo. Nombres de hombres que ya no están pero los presentan como cuasi deidades en su corte imposible, ayudando pero al mismo tiempo suplantando e incluso superando en roles, influencias e importancia al mismo “fundador de esa iglesia”: Cristo.


Mas el Espíritu Santo en la escritura, presenta otro perfil de ese ser llamado apóstol. En esa locura para el mundo, ejemplifica lo que es el perfil laboral y técnico de un apóstol: disponibilidad de tiempo al cien por ciento para profesionalización. Disponibilidad al cien por ciento para trabajo de campo al visitar tierras extranjeras; disponibilidad de tener una elocuencia y conocimientos espirituales de la doctrina de Jesucristo suficientes para convencer a los oyentes listos para creer. También personas que no tengan miedo de aparecer en las portadas de medios como cánceres, gestores de división, embaucadores, mentirosos, por hablar de una fe extraña e incomprensible. Personas dedicadas a estar preparadas a su propio sacrificio en beneficio de la fe y amor a quien los envió: Jesucristo. Porque el Señor Jesucristo es quien los envía.

Dispuestos seres a ser degradados como esclavos, convictos, espectáculo ante el mundo, ángeles y hombres, porque muchos ojos ven eso que hacen con los genuinos apóstoles de Jesucristo. Ellos, así como Pablo lo detalla, se hacen insensatos, al “romper” las reglas del mundo de la mortal “sana convivencia” entre religiones. No olvidemos que creer en Jesucristo como el Hijo del Dios Viviente implica rompamos relaciones diplomáticas con el mundo porque es su enemigo natural. Es como si a mediados de la década de los 50, pidiésemos a un capitalista comprender y vivir en paz con un comunista y viceversa. Por tanto, un apóstol no va en vía de convivir en paz: va en vía de salvar almas aun a pesar de su propia vida.

La fortaleza de una congregación formada depende de cómo se sustente en la Roca de Salvación, que es nuestro amado Señor Jesús. Pero al apóstol, al estar solo, sufre del acoso de la debilidad en virtud que no siempre cuenta con el apoyo humano tangible, pero a cambio cuenta con el poder el Espíritu que le alimenta su alma, subsana su corazón y fortalece su mente. Por eso, toda congregación que presuma ser de Jesucristo DEBE y TIENE que orar por ellos, porque de esa manera, ese canal de alimentación espiritual se mejora y se regresa el amor hacia esos apóstoles dispersos en todo el planeta. Y si se identifica a uno hay que tomarlo y esconderlo para alimentarlo, cuidarlo, recupere fuerzas y mientras enseñe a esa congregación donde el Espíritu le lleve. De cierto de cierto os digo, que tal congregación gran recompensa recibirá del Señor. Cuando sea su tiempo, habrá de marcharse para continuar su ministerio.


Un apóstol genuino en la carne está lleno de muchas carencias terrenales, porque para eso está la iglesia: suplírselas. Pensemos un poco: si un apóstol tuviese qué trabajar de tiempo completo para sustentarse a sí mismo, con los afanes que el mundo da con eso ¿cuándo tendría tiempo de evangelizar y predicar? Ciertamente nunca. El apóstol Pablo, por el Espíritu, escribe con detalle esas carencias no como para causar impresión, lástima, conmiseración, sino establecer la realidad del entorno del puesto de trabajo para quienes sean elegidos a realizar eso. Por ello, no cualquiera puede ser apóstol.


Y el apóstol mismo tendría una forma de auto sustentarse cuando no haya iglesias o cuervos que le alimenten de manera temporal. Esto lo hace Dios para perfeccionar la fe del apóstol al no depender de la caridad del mundo, sino del sustento de Dios. Los que en verdad son siervos de Jesucristo no tienen buen nombre. Les inventan historias y difaman su proceder para hacerlos despreciables y nadie quiera ayudarlos, tratando de sabotear su misión evangelizadora. Pero la iglesia debe hacer caso omiso a lo que el mundo diga.


Siempre debemos estar alertas de si el Señor manda un apóstol en la región donde vivamos. Porque si lo hace, propósito hay de ser elegidos a servirle a él de esa manera. No debemos despreciar a los apóstoles, porque así como Pablo, cuando habló a los Corintios diciendo: “Mas algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiese de ir a vosotros. Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos. Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. ¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?” el Señor Jesús haría lo mismo si rechazamos apoyar a uno de sus siervos “por convivir sanamente” con otras religiones.


Nuestra prioridad debe de ser todo lo concerniente al evangelio, a Cristo, a sus siervos, a la fe, a practicar el amor, la fe y la esperanza. A ser sabios en la salvación. En dar buen testimonio, a no practicar cosas malas del mundo renunciándonos a eso. Amén.

Leemos el fundamento de esta palabra a continuación.


1 Corintios 4:9-21 9 Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres. 10 Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, más vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, más vosotros fuertes; vosotros honorables, más nosotros despreciados. 11 Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija. 12 Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. 13 Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos. 14 No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados. 15 Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. 16 Por tanto, os ruego que me imitéis. 17 Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias. 18 Más algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiese de ir a vosotros. 19 Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos. 20 Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. 21 ¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?


Comentarios


Si tiene alguna duda, sugerencia o comentario, no dude en ponerse en contacto con nosotros al siguiente correo: lasanadoctrina2014@gmail.com

 2025 Buenas Nuevas, Mty. Mx.

bottom of page