Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga
- Cuerpo Editorial
- 25 ago 2018
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La paz del Señor Jesús sobreabunde en su espíritu, amados lectores y hermanos en la fe en Aquél que murió por nosotros, salud.
El capítulo 10 de la primera carta a los Corintios es un mensaje de advertencia firme, pero redactado en plena confianza que no hay necesidad de temer por parte del Espíritu. El apóstol Pablo menciona las cosas que en general Dios no espera que hagamos como hijos y el Señor Jesús no hagamos como sus ovejas. Sobre todo, porque ya tenemos la unción del Espíritu Santo debiendo ser el consejero espiritual de nuestras acciones y a quien debemos oír con alta prioridad. Se dividirá dicho capítulo en tres temas principales y conviene en el Espíritu hacerlo, porque menester es dar cuidado al escrutinio y meditación espiritual a cada uno de ellos. Son:
Efecto de acción y reacción de nuestras acciones a conciencia.
Lo despreciable que es la idolatría.
La libertad y su verdadero ámbito de acción.
Establecidos ya los tópicos se inicia con el primero. Inicia haciendo una paráfrasis del acontecer judío y sus penosas aventuras en el desierto al sacarlos de Egipto. La hipótesis establecida es: ¿Conviene tentar al Señor? Y la premisa queda establecida en el marco referencial que constituye ese periodo de 40 años que Dios los tuvo vagando. No es siquiera admisible establecer dicha hipótesis e incluso usted que lee puede pensar: “¿Y yo por qué? Si no está escrito para mí”. Pero créame, así como por la mente de Pedro jamás pensó negar al Señor Jesús y sin embargo lo hizo; por Pablo no tenía firme intención de ir a Roma y sin embargo fue llevado, así también cualquiera en momento de debilidad puede ser tentado a caer e ignorar esta simple hipótesis. Y no lo hago como para restregarle que podemos pecar, sino para que siempre, en la medida de lo posible estemos alerta y no durmamos en cuidar nuestro testimonio.
El Señor Jesús establece varios parámetros, previo acuerdo con el Padre que no acepta al interior de su iglesia, dando el concepto, la acción descrita y la consecuencia. Porque si el Padre no perdonó, tampoco el Señor Jesús lo hará, pero valga la aclaración que ahora la Deidad habita (o debe hacerlo) en nuestros corazones y, siendo así, la hipótesis no debe ser siquiera formulada. Pero entonces ¿Qué hay en su corazón? Y dicho esto viene el consuelo, el Señor Jesús es paciente porque sabe el reto que implica dominar a la carne, vencerla con el poder del Espíritu Santo, pero somos nosotros quienes decidimos a quién oír. Esta es la pequeña gran diferencia ¡Ah, la libertad de elegir, el libre albedrío que hace muchos se pierdan y otros vivan en oscuridad!
Por principio de cuentas establece que Dios provee de todo lo necesario para decir que “no” al pecado y al mundo, tanto espiritual como terrenal. El Señor Jesús provee toda herramienta espiritual de defensa y soporte ante los venideros asaltos de tentaciones, flaquezas, dardos, ataques, etc. Es decir, nuestra fe no es solitaria, tenemos respaldo y mucho de parte de Dios y el Señor Jesús. Y así debemos tenerlo claro todos los días de nuestra vida (aunque se lea “obvio”).
En segundo lugar, no tenemos qué codiciar absolutamente nada del mundo. Si Dios nos provee en nuestra andanza por este desierto que es el mundo de lo necesario ¿qué más podríamos añorar? ¿Acaso riqueza, fama, poder, prestigio, honra, conocimiento? La codicia es una toxina que una vez dentro del sistema, es cuestión de tiempo que necrose el alma. Por eso no podemos siquiera tenerla en el vocabulario. Así pasó con aquellos que se dejaron infectar por ella. El contentamiento es la vacuna preventiva y ésta es gratis de parte de Dios.
Viene como número tres la idolatría, que la que se comenzó a hablar en el número anterior y se especificará más en el segundo tema.
En cuarto sitio se menciona la fornicación. Ya se habló también lo pernicioso que es dejarse envolver por sus tentáculos venenosos, como medusa en el océano.
En quinto puesto menciona el Señor, a través de su Espíritu, el tentarle. Aquí seré muy claro explicando este asunto crítico y no acepto objeción de ningún tipo. Nadie es merecedor del hecho de confrontar al Señor Jesús o al Padre contra su propia palabra. Toda escritura es inspirada por Dios para enseñanza, pero sobre todo para obediencia y, por ende, dar testimonio de ella.
Recientemente, un “pastor” soezmente interactuó con una serpiente bailando con ella en un video y fue mordido. Este insensato tentó a Dios sosteniendo que sería imposible fuese agredido por ella porque está escrito que serpientes no nos harán daño, pero al sostenerla y agitarla provocó que el reptil se estresara y actuase en defensa. ¿Cuál fue su craso error? Tenerla en sus manos, un lugar bastante anormal; llevarla a una congregación, donde había gente y ella sola se puso nerviosa. Las serpientes en general no son sociables con los humanos. Atentó contra la naturaleza y no porque no pudiese Dios salvarle, pero las reglas de la naturaleza están dadas y este personaje buscaba su propia exaltación a costa de la palabra de Dios. Y Dios permitió ese daño para castigo de su soberbia. Y ¿cuál fue la consecuencia de su torpeza? No solamente su orgullo fue roto, sino que muchos débiles en la fe, testigos de ese muy mal testimonio quedaron con un amargo sabor de boca. Y esas almas que pudieran perderse (¡Dios no permita que se pierdan!) le serán reclamadas, todo por no saber interpretar el contexto. En otra ocasión se hablará sobre la interpretación en un editorial próximo.
Finalmente, Cristo no tolera la murmuración. No es correcto la secrecía de opiniones, porque degenera en instigación y rebeldía. No podemos cuestionar la autoridad de Dios ni de Cristo, como tampoco del poder de los que verdaderamente son enviados a ministerio, o los que tienen algún cargo en la congregación, en cuanto a doctrina y testimonio intachables se refiere. Y el apóstol Pablo hace referencia al evento como muestrario de lo que se paga a quien se obstine en seguir ese camino. Mas en la iglesia esto no es así, no que sean consumidos por fuego o tragados por la tierra, pero sí absorbidos por el mundo y desaparecen entre la gente que corre hacia a la perdición. La salvación en sí no se pierde, pero ¿Qué hacer con quien la desprecia y la echa fuera de sí?
Y ciertamente Dios tiene cuidado de todos nosotros, evitando que no lleguemos a tales extremos. Sin prueba no hay forma de saber qué hemos aprendido. Es menester ser examinados para ser dignos de ser tomados en cuenta a avanzar en nuestro aprendizaje espiritual. Y aun en tentación, en la hora del examen, Dios provee salida y la garantía que jamás seremos tentados en cosas que sabe de antemano no podríamos soportar. Entonces, cuando seamos tentados, es porque podemos y debemos vencer esa tentación. Estaremos capacitados y preparados para ello, pero si no, volver a intentarlo hasta vencer librar ese escollo que nos impide avanzar.
Se pondrá a continuación el fundamento escritural. Que la paz y fortaleza del Señor Jesús sean plenas en ustedes hermanos lectores, amén.
1 Corintios 10 1-13
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar;
2 y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar,
3 y todos comieron el mismo alimento espiritual,
4 y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.
5 Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.
6 Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.
7 Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar.
8 Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil.
9 Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes.
10 Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor.
11 Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.
12 Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.
13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.