Editorial 242
- Cuerpo Editorial

- 24 nov 2018
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Hermanos en Jesucristo, la paz y gracia del Señor sea con ustedes, amén.
En los últimos tiempos está escrito que el mundo irá de mal en peor en cuanto a rebeldía, pecado, inmundicia, maldad, etc., se refiere. La iglesia, lastimosamente no escapará de ello tampoco, pues tiende a apartarse del Señor Jesús para dedicarse a los asuntos terrenales antes que los de Dios. Ya Laodicea comienza a ganar terreno sobre los otros espíritus de la iglesia que aun permanecen vigentes mientras que Filadelfia comienza a languidecer paulatinamente.
Precisamente, es menester todos los que aun permanecemos aferrados al espíritu de Filadelfia meditemos y revisemos toda doctrina antes de aceptarla, ya que como hemos discernido a lo largo de este ministerio hay demasiada leuda disfrazada de palabra de verdad.
Doctrinas hay muchas, pero por ejemplo están las condenativas, las discriminatorias, las que merman el Señorío de Jesucristo, las que minimizan al Padre, las que niegan al Espíritu. Santo, las judaizantes, las económicas, las conspirativas, las metafísicas, etc., las cuales todas mienten porque se basan en pensamientos humanos y no en la revelación por el Espíritu Santo.
Muchas de las doctrinas falsas, amados hermanos, son tergiversaciones de doctrinas cuyo origen es extranjero, quienes algunos ignorantes sin cotejar dichas falacias no las pusieron a la luz del evangelio ni solicitaron guía del Espíritu Santo de Dios y solo las tradujeron, con el horrendo desenlace de una contaminación en todas las congregaciones donde no se cimientan bien en Jesucristo y comen toda esta basura espiritual.
Por eso entre muchos hermanos hay enormes brechas de conocimiento y poder. Por eso vemos que en general, las iglesias en lugar de ser gestoras de poder de Dios, bendición de Jesucristo y control espiritual sobre las naciones se dedican a ser entes políticos, financieros, mediáticos, escuelas de prosélitos, etc.
Mas siempre será preferible tener poca fuerza, pero a cambio no negar su nombre. Cristo, Señor nuestro, es fiel a su palabra. Él ama a su iglesia y vendrá cada día más pronto. Mientras eso llega debemos mantenernos alerta en mantener el amor, la fe, la esperanza, la ayuda mutua, la oración, la edificación, la práctica de la cena del Señor Jesús, la unidad, la fraternidad, etc., para ser hallados dignos de gracia.
No desmayemos, mantengámonos despiertos hermanos SUJETOS en todo al Señor Jesús. De oído dócil a lo que su Santo Espíritu nos declare y seguir el hermoso camino de la renunciación. Que el amor y la paciencia en el Señor Jesús sean plenas, amados de nuestro Señor y Salvador, amén.




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