Porque si estamos locos, es para Dios y si somos cuerdos, es para vosotros
- Cuerpo Editorial
- 15 dic 2018
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¡Glorificado sea nuestro Padre Celestial, por haber decidido que seamos de la gracia de los que creemos en su Hijo Unigénito, nuestro Señor Jesucristo! ¡Aleluya! ¡Paz y gracia de nuestro Señor Jesús sean en extremo abundantes en ustedes amados lectores! Salud.
El apóstol Pablo continúa en su explicación otorgando revelación acerca de uno de los fines del apostolado, mediante uno de sus efectos en lo físico: su eventual deterioro. Así que los que andan finos y sanos, alegres y felices sin un rasguño o pesar, pues habrá que analizar. La fortaleza viene por la prueba constante, la paz porque la esperanza llena y echa fuera todo temor, el amor porque se sabe que es para el beneficio de quienes oyen y se salvan y la fe porque se sabe que nada es en vano. El Padre hará Su obra.
Y por esto gimen sus verdaderos siervos, para que sean revestidos en el cuerpo nuevo, incorruptible, puesto que la carne hastía y estorba a quien lleva las buenas nuevas del evangelio, anhelando ser revestido y vestido del nuevo cuerpo espiritual. En pocas palabras, la renunciación total a todo tipo de placer mundano.
El versículo 5 es clave: las arras del Espíritu. Los frutos y los dones, así como su expresión de poder son los pagos previos de parte de Dios a quienes negocian su vida, tiempo y espacio por traer más almas para Cristo. Es el contrato que estableció con sus embajadores para muestra que no es en vano y hay un pago final en la eternidad.
De modo que la firma de este contrato no es tinta ni sangre: es la fe. Luego el 8 confirma la renunciación para estar en plenitud en los asuntos del reino, de nuestro Señor. Posteriormente, cada quien recibirá según trabajó y negoció el amor, la fe, la esperanza y el testimonio por el Espíritu Santo ante Cristo mismo quien sopesará lo bueno y malo y dando la justa recompensa.
Luego, Dios mismo consuela a sus siervos cuando hace que los hermanos den buen testimonio y muestren regocijo de su proceder, para que se cumpla lo escrito, donde dice: “no nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no de corazón”. Un terremoto que destruye toda doctrina edificada bajo el concepto de “paz y seguridad” de mentirosos actores.
Tan es así que los verdaderos siervos son tenidos como locos por cuanto su accionar no concuerda con la lógica del mundo (otra pista amados hermanos), donde importa el buen testimonio ante los creyentes de Cristo más que el “qué dirán”. Insistimos: lo que importa son las almas que están por agregarse: llegar a ellas.
Por tanto, “perdemos cordura” cuando comenzamos a dar testimonio de Cristo en nuestras vidas. De la manera en que fuimos llamados así es menester informemos que la palabra de Dios continúa vigente y progresivamente aspiremos a ser espirituales.
No debemos, pues dejar de mostrar dicho testimonio, para que no solo los hermanos se fortalezcan, sino que los incrédulos vean y se convenzan de cuán viva y eficaz es la palabra de vida que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Terminamos añadiendo el fundamento escritural que son los versículos 1 al 13; que la paz y gracia de nuestro Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amén.
2 Corintios 5:1-13
Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.
2 Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;
3 pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.
4 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
5 Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.
6 Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor
7 (porque por fe andamos, no por vista);
8 pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.
9 Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.
10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.
11 Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias.
12 No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón.
13 Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros.