De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.
- Cuerpo Editorial
- 5 may 2019
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A todos los hermanos en la fe por Jesucristo, esparcidos según conforme a la voluntad de Dios, Padre nuestro por gracia de nuestro Señor Jesús, sean añadidos amor, paz y sabiduría de lo Alto, amén.
Terminamos el amplio capítulo 4 donde Pablo habla de lo mismo, pero ahora en un tono cada vez más conciliador y menos confrontativo. Aquí hace dos alegorías. La primera hablando ahora del concepto libertad expresado en la vida en Cristo y la esclavitud, donde representa el estado inferior de vivir bajo una ley asfixiante.
El apóstol les hace un recordatorio acerca de cómo ellos al principio abrazaron el evangelio de Cristo y lo acogieron como tesoro invaluable, pero con el tiempo y gracias a su debilidad dejaron eso de lado por escuchar a perversos torcedores de la verdad de regresarlos a ser esclavos de espíritu, alma y carne.
Menciona Pablo mediante una pregunta retórica de si habría trabajado en vano al llevar en ellos el evangelio, de haber sabido que querían claudicar, y se contesta recordando que de ninguna manera lo dejaron a sus expensas, sino que el Padre les movió a apoyarlo la primera vez que fue a Galacia a llevar el mensaje de Cristo para los gentiles.
Incluso no les recrimina el hecho sean celosos de guardar un evangelio, sino que con celo pretendían defender leuda (como ahora muchos que se dicen ser de Cristo, a capa y espada defienden sus doctrinas falsas, incapaces de meditar en su error) y el genuino mensaje de Cristo.
En la segunda alegoría, va más al fondo y toca una fibra muy dolorosa al judaizante: Agar y Sara. Un símbolo entre los pueblos árabe e israelita. Menciona Pablo por el Espíritu muy astutamente acerca de con denuedo hacer ver que los judaizantes para Dios son los árabes espirituales y los hijos de la promesa, los de Sara, ¡los verdaderos israelitas espirituales!
En pocas palabras para Dios, el israelita es quien sigue, ama y obedece a Cristo; y quien se esfuerza en estar terco con la ley no es más que un hijo de esclava, ismaelita. Entonces, la gracia la da Cristo, no la ley.
Es mejor ser hijos de la promesa, la dada a Abraham y no hijos de la esclava, la despreciada Agar. No pueden dos hijos heredar un mismo trono. Así que el hijo natural habrá de heredar mientras que el otro ser relegado. Y como el título muestra, ¡SOMOS HIJOS DE LA LIBRE, POR LA GRACIA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO! ¡Amén!
Ponemos el fundamento encontrado en Gálatas 4: 8-31.
8 Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; 9 mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? 10 Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. 11 Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros. 12 Os ruego, hermanos, que os hagáis como yo, porque yo también me hice como vosotros. Ningún agravio me habéis hecho. 13 Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; 14 y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. 15 ¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos. 16 ¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad? 17 Tienen celo por vosotros, pero no para bien, sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros tengáis celo por ellos. 18 Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre, y no solamente cuando estoy presente con vosotros. 19 Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros, 20 quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros.
21 Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? 22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. 23 Pero el de la esclava nació según la carne; más el de la libre, por la promesa. 24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. 25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. 26 Más la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. 27 Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido.
28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. 29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. 30 Más ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. 31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.
Que la sabiduría y un verdadero anhelo en ser hijos de la libre les inspire hermanos a guardarse de toda leuda en Jesucristo, nuestro poderoso Señor e Hijo de Dios, amén.
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