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Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado pérdida por amor a Cristo.

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 23 sept 2019
  • 5 Min. de lectura

Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado pérdida por amor a Cristo.


Que el amor, el conocimiento de la salvación total y la fe en el Señor Jesús estén subiendo como la espuma hermanos amados, donde quiera que estén, enviamos saludos y bendiciones a todos ustedes, hermanos en Cristo, amén.


En el capítulo 3, el apóstol Pablo escribe al principio como un recordatorio que él no tiene problema alguno en ser repetitivo en sus epístolas con tal de asegurar la comprensión de sus mensajes en cuanto a ciertas doctrinas (astucia, santidad, amor, obediencia y sujeción, entre otras).


Describe tajante tres tipos de personas de las cuales debemos alejarnos:

Menciona (utilizando un término judaico como marco de referencia en ese entonces, así como nosotros en nuestro blog hablamos de tantas formas figurativas como ejemplificación, no para justificar lo antiguo del pacto) a la circuncisión como el símbolo escogido de Dios para un apartado para el día señalado -la salvación- como si nosotros apartásemos algo en una tienda y damos un enganche, y mientras ese plazo se cumple dar servicio a Dios gloriándonos en Cristo sin confiar para esto en la carne.


Pablo habla en primera persona acerca de sus logros terrenales que en su tiempo le proveyeron honor y prestigio; pero ahora en Cristo los tiene como basura, basando su decisión de dejar perder eso en las siguientes decisiones:

  • Por amor a Cristo

  • Por la excelencia del conocimiento de Cristo (conocimiento total y pleno de Dios)

  • Para ganar a Cristo al liberar espacio dentro de sí mismo para él y tome posesión

  • Para alcanzar la justicia de Dios por la fe en Cristo y de Cristo

  • Para ver a Cristo tal cual es en realidad y aspirar a morir como él para resucitar como él


Ahora bien, acota al momento de redactar la carta que no implica ya había llegado a un estado de perfección, sino que, de alguna manera, pronto llegaría y coloca su esperanza en Cristo así fuese (como después, sabemos nosotros por el Espíritu cumplió con el Señor en su ministerio).


Nos aconseja amorosamente que dejemos el pasado en el pasado y sin detenernos en el presente -esto último lo agrega el hermano en Cristo, quien escribe por y para Cristo- aspiremos según el apóstol por el Espíritu a un futuro victorioso cuyo premio es la vida eterna en Cristo Jesús dada por Dios.

Así pues, hace el mensaje extensivo a todo aquel creyente que tiene y comparte su mismo sentir, su misma estatura espiritual. Recomienda apoyarnos unos a otros para recordar que tenemos la misma meta en común, tomando como punto de referencia (no de partida) su propio ejemplo.


Sin embargo, le causa llanto y tristeza el reconocer también ciertos individuos son enemigos de la cruz (renunciación) de Cristo: no al objeto de madera, sino al efecto de ella (dolor, padecimiento y muerte del viejo hombre). Describe tres características de tales sujetos:

  1. El vientre como dios (glotonería insaciable en todos los aspectos)

  2. Su gloria como vergüenza (lo que es celebración para los terrenales es deleznable proceder para los que estamos en el Espíritu)

  3. Solo piensan en lo terrenal (¿Requiere esto mayor explicación?)


Concluye que los tales van hacia una perdición, por haber extraviado la verdadera meta (Cristo) al anteponer otras -sus propias concupiscencias-.


Cerrando el texto meditado por el Espíritu, el apóstol por el mismo Espíritu que los que sabemos que nuestra ciudadanía está en los cielos y quienes también esperamos ansiosos a nuestro Salvador el Señor Jesucristo, también anhelamos nos sea quitado este cuerpo que nos tiene en humillación con el objeto de ser sustituido por uno semejante al de Cristo: de gloria, mediante el poder que le ha sido conferido de sujetar todas las cosas bajo sí.


Como podemos ver amados hermanos este capítulo 3 nos da mucha información para meditar y aplicarla, porque de nueva cuenta nuestra verdadera vida no es esta sino la venidera. Debemos seguir corriendo a la meta que él nos fijó, a los brazos de nuestro Salvador.


Que la gracia, paz, conocimiento y sabiduría de Dios por medio de Cristo nunca falte hermanos en ustedes, amén. Dejamos el capítulo 3 de la carta a los filipenses como fundamento a continuación.


3 Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro. 2 Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo. 3 Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne. 4 Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: 5 circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; 6 en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. 7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; 10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. 12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. 15 Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. 16 Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa. 17 Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. 18 Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; 19 el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal. 20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; 21 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.

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