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Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 16 mar 2020
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 7 oct 2023


Que la paz, gracia, amor, sabiduría del Señor Jesucristo sea en ustedes amados hermanos y creyentes: sin estorbo y con mucha bendición de lo Alto sean guardados en el amor de nuestro Padre, amén.


En el marco de 2020 que inició con una extraña corriente feminista diseminada globalmente, explicaremos de modo diferente el efecto y la ordenanza espiritual de los dos géneros humanos que hay en nuestra especie. Tomaremos como inicio el versículo 8 de la primera carta escrita por el apóstol Pablo a Timoteo en su capítulo dos.


Ahora es la oración, el instrumento de comunicación autorizado por Dios para comunicarnos con Él mediante el Señor Jesús estando el Espíritu Santo activo y ferviente dentro de nosotros.


En este versículo el apóstol refiere que los hombres pueden y deben orar en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda. ¿Por qué? De la misma manera que podemos comunicarnos con otros humanos en cualquier lugar, así mismo Dios. Por “levantando manos santas, sin ira ni contienda” es una expresión simbólica que debe ser en amor, humildad y sin odios fluyendo en ese instante que se ora. Nadie puede tener comunión con Dios si odia. Punto. Nadie puede orar a Dios sin humildad, es como hablar a una piedra. Dios es amor y solícito escucha a los seres que con amor le buscan mediante la oración.


Luego, señala a las mujeres cómo deben proceder en su oración en los versículos 9 y 10: ropa decorosa, sin vanidades y con buenas obras, puesto que esto es el distintivo que en verdad a ellas les embellece, las buenas obras, además de la piedad. ¿Por qué dice esto el apóstol? Porque una mujer bella, ataviada, perfumada, vistosa, sugerente y seductora distraerá la mente y corazón del varón que pretenda orar a Dios. No es negarle esto a la mujer, sino que para orar debe privarse ella de toda vanidad puesto que el hombre, cuando ora, es una importante junta de reunión para el hombre. La mujer debe evitar ser el agente distractor de su marido, las mujeres en general deben ser pudor para así mismo ser agradables al Señor en este tópico. ¿Luego esto es minimizarlas? No, sino por el contrario, las distingue como el complemento bello, pero precisamente hay que tener decoro y sentido común de usarlo. Pero en la oración y congregación no es apropiado.


Continúa el 11 respecto a su proceder en la congregación, en silencio, con toda sujeción. Esto debido a que el Espíritu fluye a través de los varones, quienes son los que conversan. Es una distinción que el hombre no pidió ni buscó: le fue dada por Dios desde la caída de Adán y Eva. De modo que, la oración del varón creyente que es casado es un arma muy poderosa para con Dios, siempre y cuando tenga a su esposa bajo sujeción y obediencia (que no es otra cosa más que un común acuerdo de conducta como pareja en cuanto al comportamiento ante otros: que las palabras, actitudes y atuendos de la esposa no agravien, humillen o deshonren a su marido).


El versículo 12 es una instrucción tajante dada por el Espíritu a través de Pablo. La enseñanza es sobre la congregación, potestad concedida a los varones y el silencio es una honra a la voz del marido. Es para nada un acto de humillación o vejación de la individualidad de la mujer, sino una conducta en la iglesia, durante la congregación que formaliza el deber del ser humano ante los ojos de Dios.


El versículo 13 establece la razón que el Espíritu concede para nosotros del por qué de lo anterior, es decir, el motivo por el cual Dios, en cuanto a sus asuntos con la humanidad, confiere la autoridad del hombre sobre la mujer. Dice: “porque Adán fue formado primero, después Eva”. Y el derecho a nivel mundial parafrasea el sentido de la justicia como sigue: “primero en tiempo, primero en derecho”. De modo que, el hombre tiene más contacto con Dios al ser su primera criatura, luego Eva fue formada para complementar a Adán. Así que es imposible la especie humana se perpetúe sin la unión de los dos.


Luego el versículo 14 confirma la situación por la cual el varón cayó y cómo el Señor que dio justos juicios luego dignifica a la mujer, a pesar de su condición caída. Debido que la mujer propició la desobediencia del varón al oír su consejo, por esto Dios ató a la mujer a la sujeción del varón, por la desobediencia de su mandato dado a los dos, siendo Eva quien desobedeció primero.


Y la salida por la cual la mujer es reivindicada es el poder que solo ella tiene de engendrar y perpetuar la especie mediante la gestación y el parto. Muchas mujeres encontraron la gracia de Dios teniendo y criando hombre y mujeres de bien, basándose en la fe, amor y santificación, con modestia en el seno de la vida espiritual en Cristo.


Así que, en la oración, la sujeción y la crianza tenemos nuevos elementos por los cuales un matrimonio, una congregación deben estar fuertemente cimentados. No para agradar a necios contenciosos, sino para agradar a Dios, nuestro Creador y además, Padre. Amén.


1 Timoteo 2:8-15

8 Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda. 9 Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, 10 sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad. 11 La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. 12 Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. 13 Porque Adán fue formado primero, después Eva; 14 y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. 15 Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia.

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