Cristo: imagen misma de la sustancia de Dios
- Cuerpo Editorial
- 26 jul 2020
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Amados hermanos en la fe que es por medio de Jesucristo, Señor y Salvador nuestro: salud, amor, paz, gracia y sabiduría espiritual les sea enviada por el Padre, mediante el Espíritu Santo, con el fin de permanecer fieles hasta nuestra partida o su venida, amén.
La carta escrita a los hebreos, es una carta escrita a todo creyente nacido en Israel, o bien, descendiente sanguíneo de los antiguos israelitas. De tal forma que esta carta es excluyente a nosotros los gentiles debiendo, sin embargo, leerla para estar preparados y contender por la fe ante falsos maestros, falsos apóstoles y apóstatas que querrán infiltrar al israelismo al interior de nuestras congregaciones.
Esta apostasía de judaizar la iglesia comenzó desde la partida del Señor Jesús, puesto que obviamente los primeros creyentes fueron israelitas quienes de alguna manera sabían las leyes y preceptos a observar en la ley mosaica. La mayoría del pueblo era ignorante, pero lo más letrados eran quienes discutían acerca sobre cómo vivir la nueva realidad en Cristo.
Se llegó al acuerdo en Jerusalén por el Espíritu Santo de no imponer más cargas que las siguientes: no comer ahogado ni sangre, no participar de la idolatría y tampoco de la fornicación.
Pero algunos, no contentos con esto, quisieron realizar sus propias reglas y, de hecho, gentilizaron la ley mosaica, teniendo al Señor Jesús como gancho y así a los incautos atraparlos en una ley opresiva y obviamente letal. Por eso esta carta inicia sin saludos o dedicatorias. Va directo al grano. Explica por última vez, por qué el Señor Jesucristo es el Hijo de Dios, el Heredero de Jehová, el Mesías, el Sumo Sacerdote, su propósito de existencia y más de esto es simplemente desechar a quien contradiga esta escritura.
Así lo expresa en los primeros cuatro versículos, dando el apóstol una lectura rápida a la historia: sintetiza que todo estaba hecho para él, incluso nosotros los humanos, por eso en el génesis Dios habla en plural. Nuestro Señor Jesucristo es salido del Padre, “imagen misma de su sustancia”.
Nosotros también al ser parte de su imagen y semejanza somos mayores por poco a los ángeles, pero Cristo es mucho mayor a ellos y, por tanto, a nosotros.
Aquí hay una recopilación de la escritura antigua, profecías y dichos de Jehová que declaró a sus profetas y siervos, hablando de su relación con su Hijo, quien ya existía, pero estaba velado al entendimiento de su pueblo terrenal.
Aquí también separa la importancia e influencia del Hijo sobre los ángeles. Ninguno tiene siquiera oportunidad de acercarse a la esencia del Cordero. Ni el otrora ángel de luz, quien cayó, el traidor número uno, con todas las prerrogativas dadas por el Creador mismo, llegó siquiera a ser considerado algo más que servidor del Dios Vivo y su Hijo.
Por eso la adoración a los ángeles como deidades (como muchos judíos tenían) y las religiones modernas igualmente es motivo de aborrecimiento del Dios Yo Soy en aquellos tiempos. Ahora en Cristo, se dispensa en misericordia, porque ahora Cristo es la nueva faceta de Dios. Quiere que los judíos le reconozcan como a Dios, sea su Señor, su Salvador, su Rey. El verdadero rey que demandaron es Cristo.
Cristo es el Jefe supremo, quien aún los ángeles le sirven y obedecen y, si los ángeles con su poder se someten a él, ellos deben jurar lealtad del mismo modo.
A causa de esto, existe el rechazo total y fiero de la rama ultra conservadora del judaísmo contra Cristo. Debemos saber leer entre líneas por qué el Espíritu redacta de esta manera. No están dispuestos ellos a:
Reconocerle como salido de Dios, porque establecería ellos convinieron en crucificarlo y por tanto solicitar perdón ante Dios: prefieren negarlo.
Ser superior a los ángeles (un profeta más los menos groseros; un impostor los más soeces)
Aceptar es el Hijo y merecedor de toda honra como a Dios mismo
Declararle Rey Heredero de todo lo que Jehová Dios tiene y posee (pues ellos creen ser los únicos herederos, por eso el anticristo saldrá de entre ellos)
Creer en él como Salvador y Mesías, porque sería admitir vivieron engañados e implicaría ceder su coto de poder y alabanza a él
Confesar es el Yo Soy hecho carne y ahora espíritu en forma de cordero inmolado; porque sería entender que el sacrificio de Abraham fue un simbolismo.
Decir es El Ungido de Dios, porque esto es decir que Moisés es un mayordomo y no señor como ellos le profesan y adoran
La promesa hecha a los padres cumplida, porque sería signar estar de acuerdo que ellos y sus padres mataron a los profetas quienes ya profetizaban de ello.
Empero, quien no tema reconocer esto, tener lo antiguo como algo obsoleto (es decir, ya no funciona) y cumplir en su persona “laméntese el hombre de su pecado”, sabrá que ya es un vencedor para Cristo, porque el lastre doctrinal milenario sobre sus hombros es mucho. La sangre de Cristo automáticamente le liberará de ese yugo impuesto por el hombre y satanás y tendrá el Espíritu Santo que le llevará a aceptar a Dios como Padre, a Cristo como el Hijo de Dios, Salvador y Maestro y será otro hijo espiritual más de Dios en esta tierra.
Verá que lo judío fue solo un embuste, una trampa mental donde no saben que están atrapados. Un sistema oxidado y desechado. Lo verdadero, lo único es lo que Cristo establece en su evangelio y entenderá por el Espíritu es más fácil cumplir con el evangelio porque es más adaptado a nuestra realidad, pues para esto mismo vino Cristo, padecer junto con nosotros para enseñarnos el camino a la libertad.
Dejamos el primer capítulo en su totalidad de la carta a los Hebreos en su consideración.
La paz, gracia y amor del Señor Jesús sobreabunde en ustedes amados hermanos, amén.
P.D. ¡Cristo vive y Cristo viene, amén!
Hebreos 1
1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, 4 hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. El Hijo, superior a los ángeles 5 Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, m y otra vez: Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo? m 6 Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. m 7 Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego. m 8 Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. 9 Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros. m 10 Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos. 11 Ellos perecerán, mas tú permaneces; Y todos ellos se envejecerán como una vestidura, 12 Y como un vestido los envolverás, y serán mudados; Pero tú eres el mismo, Y tus años no acabarán. m 13 Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? m 14 ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?
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