Editorial 394 - Los dones del Espíritu Santo. Parte dos.
- Cuerpo Editorial

- 23 oct 2021
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Que el amor, la gracia y la paz del Señor Jesús llene sus corazones y abunde en su espíritu, amados hermanos.
Continuaré en detallar lo hallado en 1ª Corintios 12:10-11, según revelación por el Señor Jesucristo mediante el Espíritu Santo.
Dentro del cúmulo de potencias que Dios expresa por medio del Espíritu Santo se encuentra lo visto en el versículo 10 primera parte: A otro, el hacer milagros donde, aunque puede hacer sanidad, es más que todo su capacidad de domar y controlar como Jesús de Nazaret cuestiones físicas: detener un mal, calmar una tormenta, controlar ciertos elementos naturales, potestad sobre plantas o animales para algún acto milagroso de la fe en Jesucristo, incluso resucitación de muertos, etcétera. Para esto y más debe leerse cada evangelio con precisión pues estos hechos rompen con la rutina de las leyes de la Creación de Dios modificándolas para glorificar el nombre del Señor Jesucristo. Solamente por eso se hacen milagros, pues no es poder humano sino del Padre para honrar al nombre de Su Hijo, nuestro Salvador.
De manera que, si alguien viene y pretende decirse como agente de milagros y los hace bajo carpas, en reuniones de oración ecuménica, dentro de sus organizaciones, bien vestido y perfumado amante de los púlpitos y las bocinas que amplifican su voz por el micrófono, lamento decir que el Espíritu no requiere de esos ítems y por tanto, sólo aumentan sus bolsillos y fama perversa a costa de la perdición de almas ingenuas al saberse estafadas.
En la segunda parte del mismo versículo 10 se dice: a otro, profecía; que no es más que el poder de ver hechos futuros (ajenos al Apocalipsis) que tienen lugar en las regiones geográficas donde estos profetas (o profetisas) hablan en el nombre del Señor Jesucristo. Las profecías son modernas, son actuales y atañen solamente a los oidores porque ¿de qué sirve que un hermano en Argentina profetice que habrá un invierno duro en Irán? ¿de qué aprovecha que algún creyente profeta en Mozambique avise a sus hermanos que habrá buena cosecha en Corea del Norte? ¿Qué propósito hay para una profetisa avisarnos que habrá una plaga en Mauritania si estamos en México? Nuestro Dios es un Dios de orden y si se fijan hermanos en las profecías del Señor Jesús (la caída de Jerusalén y persecución de los primeros hermanos) solo la dio en términos de sus escogidos. Es decir, no profetizó sobre Egipto, la caída de Roma, las sucesiones imperiales en esta civilización o el devenir de los griegos. A lo que quiero llegar es que el profeta dará cuenta de hechos futuros de incidencia local en la iglesia, para prevención, cuidado o bien, estar listos si hay bendición y bonanza.
Por tanto, a todo aquel o aquella que vocifere que viene en el nombre de Jehová, declare en falso acento sudamericano, gritando como los falsos predicadores y falsos sanadores, y hable solo de las profecías ya cumplidas en la biblia, lo mejor y más sano es silenciarle en el nombre del Señor Jesús y reconvenirle duramente que no puede tomarse el nombre del Señor en vano. La profecía habla de hechos venideros, no pasados. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
Respecto a otro don, continúa la tercera parte del mismo versículo: a otro, discernimiento de espíritus; donde el Espíritu Santo expresa su poder de traspasar la carne, huesos y tejidos para ver el corazón, el alma y la mente de los hombres: su intención de causar el bien (fe, salvación, sanidad o milagro), pero, sobre todo, el mal (peligro, asechanza, odio). Ejemplos hay varios en cómo se manifiesta este don. Jesús, al mirar fijamente a sus enemigos y los apóstoles Pablo y Pedro también hicieron gala de este don, donde nosotros, siendo fieles obedientes con fe plena podemos aspirar practicarlos, pues de esta manera se descubre a todos los impostores infiltrados en las congregaciones ¿O cómo pensaban que se les descubre, en la carne?
Los poseedores de este don disciernen los espíritus que viven en los hombres, según hermanos en Cristo versados sobre estos temas hay hasta ahora, más de 500 espíritus humanos conocidos, el Espíritu Santo otorga este don a los hermanos que en su interior meditan y disciernen la palabra de Jesucristo, es un indicativo que el espíritu pueda conocer el verdadero trasfondo que se oculta en las máscaras que usan los engañadores, no confundirlo con el llamado “lenguaje corporal” que fue utilizado por los judíos con la ayuda de la palabra del Señor en diversos libros como “proverbios” del antiguo pacto para conocer a nuestros interlocutores.
El don de discernimiento de espíritus se puede aplicar en la vida de la iglesia para detectar falsos obreros y pastores impostores. Un hermano que se funda en la palabra del Señor Jesucristo; obedece al Espíritu Santo y, por ende, el espíritu le otorga el don según las aptitudes espirituales desarrolladas en el conocimiento y obediencia a la palabra del Señor.
En cuanto a otro don, malinterpretado y lastimosamente mal aplicado, se refiere a ser políglotas, no a personajes cómicos que inventan balbuceos. Recordemos la enseñanza de Babel: el Creador de los lenguajes no es otro más que Dios y solo por el Espíritu Santo, hermanos son inspirados a aprender más idiomas reales, terrenales y en algunos casos el angélico para dar cuenta de palabra de Dios que honra a Cristo. La tercera parte del versículo 10 determina: otro, diversos géneros de lenguas; hablar en lengua extranjera sólo tiene sentido si y sólo si hay parlantes de tal lengua, de otro modo, como declaró el apóstol Pablo, que calle y que el espíritu se sujete.
Pero ¿qué sucede? Muchos advenedizos obran en la vanidad de su carne. Cuando el Espíritu habla en lengua ajena a la materna o conocida (por ejemplo, nosotros viviendo en el noreste mexicano y que alguien se levante a hablar en otomí, turco, tzotzil o quechua cosas de la escritura) y no haya otro más que sepa oír y entender para luego traducir, no se comprendería que se dice, de manera que tiene que menguar porque ni él mismo sabría interpretar al estar ocupado hablando y Dios no es Dios de confusión.
Y por eso se culmina este don con el último: y a otro, interpretación de lenguas. Es decir, el compañero perfecto de quien habla por el Espíritu: así, quien ministra el mensaje solo se dedica a predicar, profetizar, enseñar o dar loa y honra al Señor, en tanto que el otro solo escucha y su mente se dedica a transformar e interpretar por el mismo Espíritu lo que el otro dice en la lengua de los demás, así todos son edificados. Así está escrito y así debe hacerse.
¿Qué esperaban? ¿Hablar el lenguaje de otros seres? Si la lengua humana es muy compleja en sí misma, ¿cómo hablar del lenguaje de Dios en los términos lingüísticos de Dios? Es posible y se puede dar el caso, pero deben ser dos hermanos por fuerza, no uno. Pues la mente humana no tiene la prerrogativa de entender la mente de Dios y el Espíritu precisa convertir y traducir entre ambos lenguajes -el humano y el celestial-.
Y cierro este tópico con el siguiente corolario excelso: 11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere, con lo cual se destruye la soberbia e irreverente actitud del falso hermano de quien comenté al principio de mi intervención, puesto que se pregona como alguien importante cercano a Cristo y contraviene este sencillo candado espiritual. Si el Espíritu reparte como él quiere a cada uno, ¿cómo o por qué él es la excepción a la regla, como Jesucristo antes de venir el Espíritu Santo tuvo que hacerlo así? No es la excepción, sino que miente. Estén alertas amados hermanos, porque estos editoriales acabarán y deben cimentarse en el Espíritu a Jesucristo si no quieren caer en el engaño.
La paz, el amor, la inteligencia espiritual con la mente de Cristo sean abundantes en ustedes amados hermanos, amén.




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