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Editorial 407 - La falsa importancia de la Historia

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 20 feb 2022
  • 2 Min. de lectura

Hermanos: que el amor, la paz y gracia del Señor Jesucristo sea en ustedes, en su espíritu, amén.

Todos los seres humanos tenemos plena conciencia de qué es la Historia: esa ciencia, arte y técnica de recopilar hechos antiguos para diversos propósitos: ya sea para informar, para entretener, para adorar, para denostar, para enseñar, para engañar y para comprender, entre muchas otras opciones más.

Sin embargo, la importancia de la Historia a veces está sobrevalorada, cuando pretende utilizarse como propaganda facciosa de manipulación. Los historiadores y cronistas, al fin humanos y filósofos, al redactar sus memorias invariablemente “no cuentan toda la historia” pues solamente cuentan lo que ven sus ojos, cometiendo el sutil error de “interpretar” y de “entrevistar” a los afines a su pensamiento. Resulta imposible entrevistar a los contrarios y detractores ¿cómo darle voz en mis escritos a quien me contradice? Podrán pensar muchos y contestar con “lógica”: tiene razón.

Pues no, la Historia, para ser realmente útil, debiera ser completa e imparcial, para que los lectores o visores de ella puedan tomar su juicio de valor, ¿no lo cree? Es decir, ¿necesito que me ayuden a pensar sobre el pasado? Al menos, yo no.

Pero en las cuestiones de la lectura del evangelio sucede lo mismo. Muchos hermanos se remontan a una historia ajena antes de Cristo y refunfuñan de la historia escrita durante y después de Cristo. Justifican sus argumentos diciendo que “toda escritura es útil para enseñar” cuando olvidan lo que el mismo Dios dice: “Este es mi hijo amado… a él oíd”.

Amados, la Historia es un testimonio de lo que ocurrió para el pueblo de Israel, para exhibir su grave pecado y condición y es un recordatorio molesto para ellos que así seguirán mientras en lo individual no acepten la voluntad de Dios: creer que Jesucristo es Su Hijo y que Él lo envió y lo levantó de los muertos. Y los hermanos también se inconforman, prefiriendo al salmista, al profeta y al mayordomo que al Señor de la casa y sus colaboradores.

La Historia enseña que quien no aprende del pasado está condenado a repetir los errores en el futuro y en ese sentido, Laodicea peca igual que el antiguo Israel y por eso Cristo viene. Preciosos hijos espirituales: actúen como hijos del Altísimo, lean y aprendan como herederos del Dios Vivo, vivan y gócense como los familiares del Gran Rey, sean valientes y actualícense como hermanos del Cordero inmolado.

Que su historia sea labrada y escrita en letras de oro y honra en obediencia a Cristo Jesús, Señor y Salvador nuestro, y no como pantomima y tragicomedia por vivir una historia ajena y no acorde a lo nuevo.

El amor, el entendimiento, la paz y la gracia del Señor Jesús estén en ustedes amados hermanos, amén.



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