Editorial 466 - La suerte y otras cosas.
- Cuerpo Editorial

- 8 abr 2023
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Deseamos que el amor, la gracia y la sabiduría del Señor Jesucristo estén en ustedes, queridos lectores, amén. Desde el noreste mexicano enviamos nuestro más cordial saludo y amor fraternal, amados.
El mundo tiene un arsenal de ideologías, creencias, conceptos y modos de pensar convenientemente estructurados para ser distractores, manipuladores y engañadores de las masas poblacionales en todo el orbe.
Uno de tantos embustes es la creencia de la “suerte”, es decir, la probabilidad estadística de que un evento ocurra o no ocurra, según lo que se espera acontezca. El mundo le da vida y personalidad a esta situación matemática asociándola a seres humanos ya extintos, plantas, animales, conductas, atuendos, artilugios, etcétera. Incluso, se tienen “oficios” de adivinadores, chamanes, lectores de todo tipo de actividades extrañas, falsos invocadores que pululan en los medios masivos de comunicación.
Todos y cada uno de ellos persiguen a su dios, Mamón, además de la fama mediática para erigirse como “revelados” e “inspirados” por potencias espirituales. Mentirosos, embusteros, charlatanes, amigos de los demonios y amantes de maldad son parte de este fraude en el cual caen muchas almas crédulas, ingenuas, tontas e ilusas quienes por no buscar el favor del Altísimo se van por lo fácil y lo terrenal.
Pero dentro de la iglesia ya se ha infiltrado el celebrar fiestas paganas y demoníacas con tal de lucir “cool”, “a la moda”, “derrotar al mundo con sus propias armas” y “renovados”. Nada más alejado de la realidad.
El Señor Jesús jamás realizó encantamientos, hechicerías, prestidigitaciones ni invocó a nadie más que al Padre por el Espíritu Santo. Él nos enseña que la “suerte” es en realidad el destino de la decisión que se toma: la cual, para asegurarla de modo favorable, se le invoca al Padre en el nombre del Señor Jesucristo y cubrirla en el resultado que se busca. La fe es el modo de tener la seguridad en la inversión de solicitud de ayuda en cualquier empresa, desafío, acción, plan, programa o ruta crítica que se tenga para quien cree y confiesa el Santo Nombre del Señor.
Entonces la suerte nunca existió, existe o existirá como tal, es tan solo un cálculo matemático justo antes de resolverlo. No hay amuletos ni recetas, modas o sabores, actitudes u horarios, tampoco hay plegarias o supuestas divinidades y mucho menos conocedores o expertos.
Solamente la fe puesta y dispuesta en nuestro Señor Jesucristo y la oración inspirada por el Espíritu Santo al Padre celestial.
Habrá, por supuesto, quien desdeñe esto. Pero su negativa o incredulidad no desmiente o nulifica esta verdad espiritual.
Que el amor, la gracia y la paz del Señor Jesucristo sea en todos ustedes amados hermanos, amén.




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