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Editorial 552 - Oiréis de guerras y rumores de guerra

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 30 nov 2024
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 7 dic 2024

Que la gracia, paz y amor del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.

Amados hermanos, hay mucha expectativa en estos días de noviembre de 2024, en los cuales se desenlaza una serie de apuestas y predicciones acerca de la tan aclamada “Tercera Guerra Mundial”, además de los demás conflictos armados en todo el orbe sin dejar pasar las auténticas y colosales guerras comerciales entre regiones del mundo.

Todo un festín de estrés en donde masas de gente opina, se cuestionan y atribulan sobre sí “ahora sí” se les cumple el pronóstico de su guerra tan anunciada desde incluso, desde la década de 1960.

Lo cierto es que el Señor Jesucristo dejó muy en claro -como profeta de Dios que es- la sazón y disposición de los tiempos antes del fin, aunque sin dar fechas. Lo anterior porque como él mismo dijo: “sea predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones” para que sea el evento catalizador del inicio del fin.

Los humanos son propensos a perder la fe, el amor, la esperanza; tras lo cual permite y concede albergar en su corazón todo tipo de maldad y tras esto, los conflictos. No se puede dar la salvación a todos y son necesarios estos eventos para que sea la fe probada.

Las guerras y rumores de guerra no son el Armagedón ni constituyen prueba de que la venida del Señor Jesús sea inmediata. Decir lo anterior es una mañosa forma de entretener incautos, distraer del Señor a los que le invocan de manera fraudulenta y los hijos de maldad que cada evento sea el precursor del fin.

El Señor Jesús es fuerte y poderoso y no permite que su profecía sea torcida.

Si bien es cierto que tengamos paz en este asunto, también es inminente que seguirán estos sucesos que preparan el fin, pero no lo son. Así pues, no caigamos en esos dramas ociosos y sigamos con el testimonio y el amor de predicar y anunciar su palabra.

Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesucristo sea en su espíritu, queridos lectores, amén.

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