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Editorial 555 - Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 21 dic 2024
  • 3 Min. de lectura

Que la gracia, paz y amor del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.

Amados hermanos, les enviamos por este medio un afectuoso abrazo fraternal, ósculo santo y el gozo de saber que seguimos en sintonía virtual y espiritual. En días pasados recibimos retroalimentación sobre una frase añadida en un blog reciente y que era poco clara y se ha decidido tomarla aparte para explicarla y que no fuese demasiada información en el blog.

La frase que se lee en el título de esta entrega corresponde al famosísimo Salmo 23, versículo 5.

Este Salmo es la oración que Jesús, el Hijo del Hombre invocó al Padre mientras estuvo en obediencia en la carne siendo desprovisto de toda divinidad, expuesto al pecado, la muerte y a la debilidad que nosotros, los seres humanos estamos expuestos desde que nacemos y hasta que somos liberados tras creer en Jesucristo como el Hijo de Dios y le confesamos como nuestro Señor, Salvador y Maestro para luego ser bautizados una sola vez en el nombre del Señor Jesucristo.; sin embargo él, al ser también Hijo del Dios Altísimo y provisto con todo el poder del Espíritu Santo pudo salir avante en su ministerio predicador y de testimonio reconciliatorio.

Entonces, la referencia de este salmo en aquel texto obedece al clamor de esta oración en esa situación de confrontación con sus angustiadores -la camarilla de fariseos, saduceos, escribas y herodianos- complotando para intentar hacerlo caer.

Jesucristo -dando mayor y mejor contexto- dice de sí mismo por el Espíritu, el Salmo 23:4: aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno porque tu estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Precisamente en estas batallas espirituales en la Tierra es como se refiere. Nuestro amado Señor no podía defenderse a sí mismo y por tanto confiesa toda esperanza y confianza en que el Padre desde su trono de gloria le habrá de auxiliar, tal como ahora este salmo también nos representa en muchas situaciones diarias (cuestiones interpersonales en la familia, trabajo, vecinos y para todo cordero espiritual en ministerio activo), pero habla de lo que el Señor también padeció por amor al Padre y en rescate de nosotros.

Justamente en estos capítulos de Mateo, leyéndolos bien es como nos percatamos del entorno espacio-tiempo en que Jesús fue sometido a esta prueba, desde que fue confrontado con la primera pregunta y no ser dejado en paz hasta más adelante lo que expresan estos versículos.

Y llega el versículo cinco: Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; la frase expresa que las situaciones son puestas y dispuestas por la Voluntad de la Deidad y en tales situaciones Él no nos abandona, debiendo nosotros resistir la tentación de contestar, vengarnos, ser impulsivos y actuar según el deseo de nuestro enojo, desdén, el orgullo y la soberbia. Aderezar mesa es la necesidad imperiosa con efectos eternos de probar la fe, el amor, la paciencia y el poder del Espíritu ante los enemigos de Dios. La misericordia y prudencia deben prevalecer ante el encono y la violencia. El escenario, por tanto, no es sencillo: muy por el contrario, poderoso, mas no invencible; angustiador, mas no mortal; asfixiante, mas no envolvente; desafiante, más no permanente.

En la segunda parte del versículo quinto se lee: unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Tras la confrontación viene el reposo, el descanso y la reflexiva victoria dados por Dios. Y esto de ser probados es no porque el Padre quiera, sino que como Él es Omnisciente -y Él creó al enemigo antes de que fuese el adversario de maldad- lo conoce de cuerpo entero y sabe cómo piensa y reacciona, por eso es que nos prepara. También sabe el Señor que quienes oímos la guía del Espíritu Santo sabremos vencer en los términos espirituales dados por el Padre.

Luego el Salmo termina con la promesa de la restauración, consolación y premiación por la victoria, la cual es sencilla de entender.

Esperamos que la añadidura de este salmo no haya dado dudas y que con esta aclaración amorosa quede asentado el uso. Los amamos y siempre estamos al tanto de sus dudas e inquietudes, apreciables hermanos y congéneres de la promesa.

 Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesucristo sea en su espíritu, queridos lectores, amén.






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