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Editorial 576 - Cuidado de enfermos

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • hace 1 día
  • 2 Min. de lectura

Que la gracia, paz y amor del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.

 Amados hermanos, en ocasiones tenemos familiares, amistades y conocidos quienes tras una enfermedad, condición congénita o adquirida, lesión o accidente o alguna situación les tenga postrados en cama de manera temporal o ya continua. Personas infantes, adolescentes, adultos o veteranos quienes en su sano juicio o con alguna imposibilidad de incomprensión de su estado de salud son personas en prueba de testimonio en fortaleza, paciencia y amor.

Siempre que tengamos a alguien en esta situación tenemos que ser misericordiosos y tenerlos en nuestra mente y corazón, oración, ruego y súplica por su bienestar, restauración y fortaleza. Esto es parte de la hermandad, aun si no son familiares directos, pero son hermanos en Cristo y tampoco se pueda apoyar en recurso financiero, ser solícitos en el servicio y oración.

Es parte de los versículos “orad sin cesar”, “orad los unos por los otros” y “amaos los unos a los otros”, puesto es que lo mismo que el Señor hizo cuando lavó los pies a los discípulos. El acto de proporcionar auxilio en las oportunidades posibles es lo que nuestro Señor toma en cuenta.

El Señor concede este tipo acciones para verificar el estado espiritual de todos los relacionados y, aunque pareciera que no hay lógica o propósito, lo cierto es que para nosotros quienes creemos en Cristo Jesús como el Hijo de Dios es un plan y hay que tener la mente de Cristo para comprender sin sesgos humanos.

El tiempo que dure, la complejidad del cuidado y manutención, la situación mental de quien está postrado en cama, su edad y estado de fe son variables que en el Espíritu aprendemos a valorar, calibrar y actuar. Siempre procuremos orar, encomendar toda acción en el nombre del Señor Jesucristo y, sobre todo, no perder la paz. El enemigo, la carne y el mundo están prestos para abofetear a los involucrados, por eso no podemos tomar personal algunas actitudes y tampoco dar rienda suelta a emociones no apropiadas, así como vociferar frases sin pensarse.

Es momento de estar todos en buenas cuentas, solícitos, muy dispuestos, abiertos, pacientes, con fe, confiados y en paz, nuestro Padre nos resarcirá conforme a Su voluntad, restaurará, consolará, sanará o dará alivio. Sea lo que acontezca, dar gracias por todo y alabar su Santo Nombre. Por eso es Sabio.

Nuestro Salvador fue carne y también es consciente de lo que podamos experimentar de emociones, pensamientos, deseos y añoranzas, él sufrió dolor y por eso está presto a reconfortarnos en lo que la prueba de fe perdure. No neguemos, no despreciemos, no maldigamos ni perdamos la compostura. Nada en esta Tierra es eterno. Solo un poco de tiempo comparado con la eternidad que nos espera, hechos cuerpos de espíritu y regocijándonos por siempre y para siempre con nuestro Padre y nuestro Señor Jesús, el Hijo del Dios Viviente, amén.

Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesucristo sea en su espíritu, queridos lectores, amén.

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