Editorial 586 - Privilegios de la vida moderna
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- 26 jul
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Amados hermanos nuestros, que la paz, gracia y amor del Señor Jesucristo sea con ustedes, en su espíritu, amén.
En días recientes, se sufrió un apagón en la comarca que nos rodea. Fueron un par de horas y se menciona “que nos rodea” porque un número importante de habitantes perdió su acceso al flujo eléctrico, suficiente para generar malestar y afán en una época donde 37ºC no es algo para disfrutar sin el ventilador, el aire acondicionado y la bebida refrescante.
Preguntas, incertidumbre sobre si regresará pronto, si los enseres electrodomésticos sufrirán algún daño, las acciones a seguir en el corto y mediano plazo son experiencias que nadie desea sufrir.
Por tanto, agradecidos hay que estar respecto a estas posibilidades, quienes las tengan, porque incluso el invierno es igual de estresante con un apagón sin poder solventar con calentadores este suceso climatológico.
Los que menos tienen han de hacer tripas el corazón para soportar.
Todo aporte a la tecnología que promueva nuestro placer supone también un afán que mantener. Esto es permitido porque nuestro Padre, Quien mora en los cielos así lo dispuso. En la vida espiritual de Cristo, es compartir y ser misericordiosos con quienes entre la fe estén en necesidad y apoyarlos es nuestro deber.
El mundo tiene sus propios criterios, alejados de la fe, el amor y la hermandad.
El privilegio verdadero en estos tiempos modernos no es la comodidad física o material: sino la salvación del alma en estos tiempos de la iglesia. El hecho de que Jesucristo sea el todo en todo y por todo, siendo además abogado nuestro de oficio y con mucho beneficio es lo que todos los días, con apagón o sin apagón, sin internet o con internet, con servicios de agua y gas o sin alguno de ellos, o incluso sin los dos pasan a tercer y cuarto planos pueden millones que todavía no lo tienen para sí, tener.
¿Por qué? Porque tarde o temprano, así como se fueron estos servicios regresarán por la gracia y misericordia del Padre; más lo otro, la salvación en esta dispensación de la iglesia, una vez ida jamás regresará y esta dicha y privilegio de tener todas las comodidades de aceptar que Jesucristo es el Hijo de Dios y que resucitó al tercer día confesándole Señor, Salvador y Maestro con todo el corazón, alma, mente y dicho de labios sinceros es única en la Eternidad. Un apagón puede ir y venir muchas veces, pero la obtención de la salvación solo durante esta vida y una vez, y durante esta época de la iglesia.
Pasada esta gracia, cualquier concesión o permisión dejará de ser, porque la iglesia será arrebatada y quienes en aquellos años tarden en reconocer esto, tendrán un precio más alto y condiciones más difíciles que solo los valientes y santos tendrán.
Entonces hoy, cualquiera puede ser salvo, todos pueden ser salvos, si aceptan. Independientemente de esto, nosotros tenemos que hacer ver en el privilegio de vivir y amar a Cristo, confesar y reconocer a Jesús como Hijo de Dios es inmejorable.
Nunca en la vida, en la Creación y en la Eternidad se ha tenido, tiene y tendrá la facilidad de ser parte de la familia espiritual de Dios, nuestro Creador y Padre amoroso.
Sería genial que en el Espíritu todos los creyentes fuéramos llenos de amor y cada quien, con testimonio, oración, palabra o portento, hablásemos a los todavía millones que no creen en Cristo para que lo hagan. Nosotros vemos porque hemos sido revelados, y clamamos que otros vean también y puedan ser parte de nosotros, la familia de Dios por Cristo.
Que el amor y la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea en ustedes, amados hermanos, amén.




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