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Editorial 605 - La vanidad hecha esfera 

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 6 dic
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: hace 7 horas

Que la paz y la gracia de Nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes amados hermanos, en su espíritu, amén.

Justo en estos días de efervescencia mundial por las cuestiones políticas, económicas, de lucha por el poder entre las naciones y sus líderes, culturales y religiosas, llega un evento de magnitud global que envuelve multitudes, atrapa corazones y pone a cavilar a más de una cabeza por la suntuosidad de la generación de expectativas cuando se rueda una esfera.

Eclesiastés 12:8 declara desde tiempos antiguos: vanidad de vanidades, dijo el predicador, todo es vanidad. Vanidad porque es vano, es decir, es algo inútil, una pérdida de tiempo, dinero y esfuerzo en algo tan vehemente como efímero. Algo tan eufórico como microscópico ante los ojos de Dios. Nimiedades con etiqueta de mediáticamente perdurables.

Los Salmos no dejan lugar a dudas: en el Salmo 94:11 el Espíritu ya revela que Jehová conoce los pensamientos de los hombres que son vanidad. Como lo vano es de corta duración, es lo opuesto a lo eterno. Lo vano, es además de humano, pecaminoso, porque como dijo nuestro amado hermano Pablo (inspirado por el mismo Espíritu que reveló al salmista) en Colosenses 3:2 poned la mira en las cosas de arriba y no en las de la tierra dado que nada de edificante tiene ser fanáticos impulsivos y su único propósito es alejar de la meditación en el sacrificio del Cordero. Sería irrelevante de no ser porque el mundo se contagia de esta fiebre recurrente y almas no llegan a su encuentro con el Padre a través de creer en nuestro Señor Jesucristo por estar embelesados en estos licores del mal, cuyas pasiones desenfrenadas generan pérdidas humanas.

Jeremías 10:15 menciona que vanidad son obra vana; al tiempo de su castigo perecerán quienes promueven esto, quienes adoran esto y quienes rechazan a Cristo por vivir estos placeres de corta duración. Maldad hay detrás de toda esta maquinaria mercadotécnica, pues contratan a personajes famosos para adorar, convencer, justificar el pillaje, la esclavitud, la idolatría y las ganancias deshonestas, al punto tal que Job 35:13 sentencia: ciertamente Dios no oirá la vanidad ni la mirará el Omnipotente, puesto que solo hiede a muerte y rebeldía y es un espectáculo oprobioso que genera odios, en lugar de, como ellos mienten diciendo: es una forma de amor y pasión.

Lo que se establece por el Espíritu, dentro de la libertad que se nos da, es NO PONER EL CORAZÓN como garantía de oír ese canto de sirena. Esa pasión y ese amor no es hacia Dios, sino a los falsos dioses que tienen como héroes legendarios, a falsas divinidades como estirpes, generaciones, equipos y épocas. Así como en los tiempos de Pablo estaban los mitos griegos, romanos y hebraicos, así ahora se tiene una adoración a los deportes y sus practicantes. El mismo Efesios 4:17 menciona que esto digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles que andan en la vanidad de su mente, pues ellos al no tener esperanza están imbuidos en eso.

La prudencia al mostrar gusto y sujeción de no caer víctimas de quienes están muertos espiritualmente es lo que hay que meditar para protegernos de esos deseos y sobre ellos cuestiona el Espíritu cuando en Salmos 2:1 declara: ¿Por qué se amotinan las gentes y los pueblos piensan cosas vanas?

Que el amor y la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea en su espíritu amados hermanos, amén.

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