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El propósito de la negación de Pedro 

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 21 jun
  • 6 Min. de lectura

Que el amor, la gracia, la paz y el gozo de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.

Como ya se comentó en un blog anterior respecto a Pedro en su accionar de negar su relación y cercanía con el Señor Jesús, descrito en Mateo 26:69-75 no era un acto fortuito, sino más bien una enseñanza para la Iglesia sobre el cuidado de nuestro testimonio ante los hombres.

Leamos lo que dice a continuación, para entrar en contexto:

69 Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. 70 Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. 71 Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También este estaba con Jesús el nazareno. 72 Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre. 73 Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. 74 Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo. 75 Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.

Anterior al apresamiento ilegal de nuestro Señor Jesús, les advirtió lo que sucedería poco antes de que aconteciese para que no se escandalizasen demasiado y perdieran su fe. Y antes que esto, Pedro, revelado por el Espíritu, fue quien confesó que Jesucristo es el Hijo del Dios Viviente, el Cristo. Por esto, el enemigo se enfureció exigió que Pedro fuese probado (así como Job) a ver si sostenía su dicho. Se le concedió que fuese atribulado, mas no tocado ni un cabello de su cuerpo.

Además, como fue revelado -mas no todavía investido- era sujeto a las pasiones de su carne, y podemos atisbar que él era muy impulsivo y fácil de hacer declaraciones que, cuando Jesús les dijo que todos se alejarían de él cuando lo apresasen, él en su sentimiento y ánimo de querer demostrar lealtad declaró que él nunca se escandalizaría de él -craso error, debía haber guardado silencio y en todo caso, hablar con humildad-. Por esta causa fue concedida tal petición, Pedro, antes de ser perfeccionado, debía entender que no puede abrir la boca y contradecir la voluntad de Dios y de Cristo. Para ser apóstol debía ser perfeccionado y esta era la oportunidad perfecta para amoldarlo.

Hay quienes juzgan soezmente su acción, pero como hemos comentado, en Cristo nada es casualidad y todo tiene propósito. Aquí no estamos juzgando o condenando, estamos explicando, describiendo y examinando este pasaje por revelación del Espíritu Santo para lección y aprendizaje nuestros.

Entonces Jesús, por amor, le dio señal: cuando haya cantado tres veces el gallo, él ya habría negado a Cristo tres veces. Y este testimonio y lección de vida además de ser para nosotros, es en mayor proporción para exhibir al pueblo judío en su corazón. Tres veces son porque son tres veces que el pueblo ha negado a Dios públicamente: la primera, en el desierto cuando se quejaron del maná y luego de la tardanza de Moisés en el monte en su provisión y guía haciéndose de un becerro de oro; segunda: cuando se cansaron de los jueces y exigieron rey que los gobernase, cayendo al mover del mundo y no querían que Dios los gobernase creándose reyes déspotas y autoritarios la mayoría; tercera, cuando vieron a la Promesa hecha carne y le repudiaron de no creer al Enviado, al Cristo, rechazando el cumplimiento de las profecías y el valor de Su palabra.

Entonces Pedro aquí no representa al creyente, sino al judío que quiere hacer su voluntad como si fuera la de Dios. Por eso los judíos sí tienen que arrepentirse de su maldad, porque ellos tuvieron el poder del testimonio y lo tomaron como algo inmundo tras no querer hacerlo más. Pedro, después de huir, regresó por la curiosidad de saber lo que acontecía, esto lo decimos porque en este momento él actuaba en su carne. El propósito es que tuviese sus sentidos activados para la memoria y posterior descripción a Mateo de estos hechos, pues los demás se fueron a otros lugares a esconderse en esa aciaga y dura noche.

Llega una criada y le reconoce como seguidor de Jesús. Lo exhibe y confronta contra su realidad. Lo dijo para recordarle su esencia y él tuvo miedo, por asegurar su vida -aunque él no sería tocado, tenía que experimentar esto para luego plasmarlo en sus cartas sobre la forja de la fortaleza espiritual- declaró que no sabía lo que decía. Es decir, que el judío, el israelí sin Cristo se avergüenza y reniega de él. Pregunten a los religiosos y a los ideólogos y de lo último que piensan es en Cristo Jesús. Niegan su lazo con el Dios Vivo, recordando solo lo que les conviene.

Sale a la puerta, es decir, huye, pues ha sido descubierto que seguía a Jesús. Otra criada, le confirma que también estaba con el nazareno. Él ahora negó con juramento que no conocía al hombre. Nuevamente descalifica la verdad tratando de imponer una mentira para salir del paso. Así es cómo el judaísmo entierra toda conexión con las profecías duras que hablan del advenimiento del Mesías. Niega, no reconoce, tuerce y convulsiona cuando en su propia Torá existe tal evidencia.

Ahora, varios testigos presenciales de esos hechos también encontraron la prueba final de su relación con Cristo: su acento y forma de ser, es decir, su cultura y herencia de origen. Aquí, es tanto la ira y miedo de Pedro que maldice y jura -así como juran los judíos- a esos que le reconocen como cercanos a Jesús, el Hijo del Hombre- y vuelve a declarar que no conoce a tal hombre. Siendo galileo, tenía la misma forma de hablar.

¿Y quienes son los que representan a estos testigos que acosan al Pedro judío? Los santos y la iglesia, los mártires y los muertos por causa de él. Tanto la misma Escritura, como los verdaderos creyentes, les recuerdan que ellos deberían ser creyentes y defensores de Jesucristo y no sus detractores. Cuando alguien continuamente les recuerda a Cristo, su palabra, evangelio, obra y existencia, ellos automáticamente maldicen y se enojan y niegan tales cosas. Agresivos, groseros y exhibidos huyen porque no pueden sostener la negación de que Jesús anduvo entre ellos, vivió como ellos, testimonió de Dios con ellos, habló con ellos y les advirtió del cumplimiento de las profecías escritas para ellos. Habló su idioma, vivió según sus costumbres y, a diferencia de ellos, sí cumplió con la ley.

Pedro entonces, justo después de su acción, recuerda a Cristo, la profecía dicha para él y le fue cumplida en el exacto momento en que el gallo cantó. Corrió a guarecerse y a llorar amargamente. Así, corren y lloran amargamente en ese muro religioso, invocando letras ya cumplidas y sin querer reconocer que la venidera, cuando su verdadero Rey venga a reinar sobre ellos para siempre y por siempre, así como lo exigieron muchos siglos atrás a Samuel falta todavía por cumplirse.

El propósito de la negación de Pedro es mostrar y demostrar que el flagelo autoimpuesto de la sociedad del Estado de Israel es debido a su renuencia a aceptar la verdad: Jesucristo es el Hijo de Dios y murió a causa de ellos, pero también para ellos. Mientras estos seres no caigan que han sido rebeldes sin causa lógica y que están a un paso de convertirse en hijos espirituales y verdadero pueblo arrepentido como Pedro lo hizo después y fue perdonado, restaurado y hecho grande por el mismo Padre en su promesa de hacerlo una de las doce puertas de entrada y uno de los doce cimientos que sostienen a la futura santa ciudad porque reconoció su error y trabajó para su Señor. Después de este evento, Pedro cambió. Dejó su intempestiva manera de ser y conforme fue avanzando en su vida el Espíritu le concedió escribir cartas y administrar a la iglesia naciente de Jesucristo hasta el día en que fue llamado.

El propósito de la negación de Pedro es demostrar que no importa el origen, el pecado y el dogma, siempre se puede reconocer el error. Esperamos en el Señor que muchos judíos abran los ojos y les cante su gallo para recuerden los dichos de Jesús y sean contritos y procedan al arrepentimiento, así como procede para ellos.

El remanente será salvo, y los valientes que arrebatan del reino de entre ellos, sabiendo que, tras confesar a Cristo como su suficiente Señor, Salvador y Maestro, serán verdaderos hijos y pueblo junto con nosotros, los actuales administradores de los tesoros de Dios por gracia de Jesucristo, Hijo de Dios y Señor nuestro.

Que el amor, la gracia, el gozo y la paz del Señor Jesucristo estén en todos ustedes, amados hermanos, amén.

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