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Jesús murió: cuatro portentos ocurrieron

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 26 jul
  • 6 Min. de lectura

Amados hermanos nuestros, que la paz, gracia y amor del Señor Jesucristo sea con ustedes, en su espíritu, amén.

En el anterior blog, debido a la enorme cantidad de doctrina, revelación y enseñanza, se decidió dejar a los cuatro fenómenos ocurridos aparte, pues el mundo, obvia y minimiza estos, pero por el Espíritu Santo se sabe que causarían mucho terror de ser testigos presenciales por cualquiera de ellos. 

Citamos: “Pero regresando a la Tierra, justo en el momento en que Jesús hombre expiró, ocurrieron cuatro hechos simultáneos:

·         Un poderoso terremoto.

·         Rompimiento de piedras y rocas.

·         Resurrección de justos.

·         Rasgadura del velo del templo.

Estos cuatro hechos son: un juicio, una señal, un milagro y una profecía.

Antes de meditar, escudriñemos Mateo 27:51-54 que dice:

51 Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; 52 y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; 53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. 54 El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente este era Hijo de Dios.

Una vez leído el contexto, tenemos que:

a)      El juicio es la rasgadura del velo del templo

b)      Un poderoso terremoto es la señal

c)      El rompimiento de rocas y piedras es la profecía

d)      La resurrección de justos es el milagro.

Como está escrito, el rompimiento del velo del templo obedece al término por parte de Dios con el compromiso de la antigua ley judaica mosaica. Dios abandonó el templo totalmente y, al hacerlo, rasga el velo que precisamente cubría Su presencia de ojos extraños desde arriba hasta abajo. Es decir, el juicio viene desde el cielo e impacta a la Tierra.

Dios dejó de estar en ese lugar y ahora dejó que Cristo sea quien reine sobre la Tierra desde su trono a la diestra del Padre. Como no puede haber dos testimonios, entonces el Padre cede todo en favor de su Hijo y el Hijo, como primer acto protocolario de su reinado decreta la destrucción de un enemigo natural y espiritual: el templo.

Desde hace mucho tiempo, el pueblo desvió el poder de su fe hacia la construcción arquitectónica, en lugar de dedicar su adoración al Habitante de este. Perdió pues, sentido de existencia y Cristo fundó su iglesia sobre una roca espiritual y no sobre un edificio material.

Por esto mismo, eso de edificar templos a diestra y siniestra y llamarlos “casa de Dios” es doctrina de demonios, pues vuelven esos edificios a ser idolatrados. Cuando nuestro Señor Jesucristo declaró que estaría en medio de nosotros, se refería a la congregación entre hermanos que se aman y no al espacio de cuatro paredes que contiene un volumen confinado.

Y este juicio se mantiene hasta que Cristo llene la Tierra con toda su autoridad y majestad. De aquí en adelante, hay que tener mucho cuidado de no poner el corazón en construir edificios glamorosos y tentar a Dios diciendo que tal edificio es su casa, porque Jesucristo jamás demandó o exigió literal o veladamente construir templos para adorarle y al Nuevo Pacto se remite.

Finalmente, ¿qué tiene que decir Cristo con respecto a quienes le escarnecieron y quieren imponer el sacrificio de animales en el templo que quieren construir? Salmo 69:25-28.

25 Sea su palacio asolado;

En sus tiendas no haya morador.

26 Porque persiguieron al que tú heriste,

Y cuentan del dolor de los que tú llagaste.

27 Pon maldad sobre su maldad,

Y no entren en tu justicia.

28 Sean raídos del libro de los vivientes,

Y no sean escritos entre los justos.

Siempre el ser humano solicita señal para saber que Dios existe, que oye, que atiende y que tiene poder. Algunas veces con temor y temblor, otras con total descaro y otras más llenos de maldad y odio al Creador.

En estos días un terremoto se ha degradado por la necedad del hombre a “cataclismo en vías de ser previsto, estudiado y controlado”. Hasta el día de hoy -y parecer nuestro es que nunca suceda- no se ha podido entender este evento terráqueo del todo. Sin embargo, nunca dejará de ser señal, con todo y que se justifique diciendo que son movimientos tectónicos debido a la presión acumulada de las placas en constante movimiento. Bla bla bla.

Cuando una región padece este fenómeno impredecible, significa que es momento de poner la vista en los cielos, pues la Tierra ha dejado de ser confiable. Muertos habrá porque así está ordenado que partan, sobrevivientes ilesos y heridos para dejar testigos que el poder natural de parte de Dios está presente y es generalmente de juicio.

Así como otros meteoros y fenómenos físicos, el terremoto cumple con la función profética que la Tierra, ente vivo espiritual, se rebela contra los hombres que atentan contra ella. Como la maldad se reproduce cada generación más rápidamente, el Señor Jesús antes de morir estableció que los terremotos serán mensajes de lo Alto para mostrar Su Poder. Incluso, en su propia muerte, el Padre trastocó la tierra de Israel y Samaria para efectos de hacer sentir Su Ira contra ellos.

Nunca nadie en la vida dirá sacar provecho o disfrutar de la ocurrencia de un terremoto o maremoto. Así que quienes estén en zonas de mayor ocurrencia, deben orar por sus regiones más y evitar ese flagelo, y quienes habiten en zonas con menor o nula presencia, JAMÁS TENTAR AL SEÑOR.

El rompimiento de rocas y piedras es de carácter profético, que también es una señal. A través del terremoto fueron quebradas. Esto tiene la siguiente interpretación. Partir las rocas y las piedras da la oportunidad de que un estorbo sea roto y sea más fácil sortearlo. En este caso, con la muerte de Jesús se rompió la imposibilidad de que los gentiles fuéramos alcanzados por la gracia, y al romper en muchos más pedazos una sola unidad previa. Jesucristo había pronosticado que las piedras hablarían y ahora en su muerte, somos pasados a ser piedras vivas que clamamos al Padre. Al ser parte de la iglesia, somos parte de esa edificación que Israel no quiso compartir ni ser.

Por eso ahora la iglesia es gentil, estos tiempos son favorables a nosotros en detrimento de los descendientes de ese pueblo rebelde y duro de cerviz.

Al ser rotas las rocas y piedras se abre espacio a que el aire entre en un volumen antes lleno de sólido y ahora está lleno de oxígeno. Así, el Espíritu está libre, viaja y llena el alma de los creyentes cuando confiesan el santo nombre de nuestro Señor Jesucristo, pues escrito está en Salmo 22:25-28 al respecto:

25 De ti será mi alabanza en la gran congregación;

Mis votos pagaré delante de los que le temen.

26 Comerán los humildes, y serán saciados;

Alabarán a Jehová los que le buscan;

Vivirá vuestro corazón para siempre.

27 Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra,

Y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti.

28 Porque de Jehová es el reino,

Y él regirá las naciones.

Y finalmente, la resurrección de los muertos, cuando Cristo murió y a raíz del terremoto sepulcros y tumbas fueron expuestas y de ellas saliendo justos dando testimonio. NO. No son fantasmas ni espíritus. Son seres humanos vivientes quienes, después de haber muerto, regresaron a la vida para ser testimonios vivos ante este pueblo incrédulo y rebelde.

Aquí, el Señor les regresó aquella parábola donde decía el rico que quería regresar de entre los muertos para avisar a su familia sobre la realidad. Pues bueno, resucitaron muchos justos y hablaron a los vivos y ¿creyeron? No. ¿se arrepintieron? No. ¿Lo relataron? ¡Claro que no! El sanedrín malévolo evitó que estos aconteceres quedaran en los anales históricos porque sería dar razón a su némesis, ahora muerto por ellos -en ese día-.

Por eso el Espíritu previó esto y a través de la revelación de los primeros bloques de la iglesia es que hoy sabemos esto. Y eso se dice también por el Espíritu en Salmos 22:29-31 que dice:

29 Comerán y adorarán todos los poderosos de la tierra;

Se postrarán delante de él todos los que descienden al polvo,

Aun el que no puede conservar la vida a su propia alma.

30 La posteridad le servirá;

Esto será contado de Jehová hasta la postrera generación.

31 Vendrán, y anunciarán su justicia;

A pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto.

Es muy raro ver este milagro porque la fe cada vez desciende más. La maldad a través de la incredulidad crece en el mismo tenor y por tanto la gente se convence de que esto es mera anécdota poética o ficcionaria.

Pero se vuelve a lo mismo, este milagro sigue ocurriendo cuando personas que estaban clínicamente muertas regresan a la vida. No se publicita porque no conviene al mundo. O bien, se tergiversan hechos para no dar la gloria a Dios ni a Cristo.

Amados hermanos, ahora vemos que la mera muerte de nuestro Señor Jesús ocasionó esto ¿podremos atisbar en pensar qué será cuando todo ojo le vea venir? Y lean bien, TODO OJO LE VERÁ. ¿Cómo será esto posible? Son misterios por desvelar.

Por lo pronto, sigamos rememorando su sacrificio y muerte en la Cena que nos mandó realizar de tiempo en tiempo, siguiendo los lineamientos de 1ª Corintios. Así, seremos fieles y cosecharemos frutos de bendición en obediencia, santidad y consolación. Los amamos.

Que la paz, gracia y amor de nuestro Señor Jesucristo sea en todos ustedes amados lectores, amén.

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