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La Cena en el Señor Jesucristo. Aspecto logístico.

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • hace 4 horas
  • 5 Min. de lectura

Que el amor, la gracia, la paz y el gozo de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.

Ya en el día en que había de ser entregado en el primer día de la fiesta, el Señor Jesús se privó de aparecer en público, pues su entrega ya estaba pactada, su traición acordada y su muerte asegurada. Desde temprano los discípulos, entre gozosos e ingenuos, se dispusieron -según las órdenes del Señor Jesucristo- a preparar un lugar adecuado para realizar la cena de los panes sin levadura. Fueron e hicieron como convenía. Leamos con atención el pasaje de Mateo 26:17-29:

17 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua? 18 Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos. 19 Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua. 20 Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce. 21 Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. 22 Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor? 23 Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ese me va a entregar. 24 A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. 25 Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho.

26 Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27 Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; 28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. 29 Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

Después de leer el texto, se hará un parteaguas sobre cómo leer este texto. Como el nombre lo indica en esta entrega se ve el aspecto logístico, es decir, lo secular en cuanto a esa magna celebración y mandamiento supremo de nuestro Señor Jesucristo: la celebración de esta cena en su nombre para conmemorar su sacrificio por medio de la muerte. Lo espiritual se verá en el tema dos, para la honra y gloria del Señor Jesucristo. Es necesario leer las dos versiones para que tengamos un entendimiento y comprensión totales en lo que es la obediencia a este mandamiento supremo.

Centrándonos en lo secular el Señor Jesucristo ordena que vayan a un aposento, una casa privada en la cual ellos habrían de reservar un espacio para convivir en la intimidad. No se puede hacer la cena en un lugar público, porque esto es contaminar la celebración. Una casa, no un templo o edificio. Un salón donde no se llame la atención, sea humilde, discreto y cómodo para tal efecto. Los invitados son solo los hermanos en Cristo Jesús, confirmados en la fe y que de manera expresa y voluntaria quieran participar. No pueden asistir curiosos, incrédulos, familiares no conversos, niños sin el cuidado de un adulto que los pueda atender y en el caso de niños mayores, sujetos a sus padres en todo momento para no ser incordiantes.

No pueden tocarse en esta reunión temas del mundo, negocios, familiares o doctrinales. Solo está permitido meditar y evocar esa noche en la que Jesús fue entregado. Debemos de ser uno en el Espíritu con ellos. Unirnos espiritualmente con aquellos como si estuviéramos ahí y de hecho el Señor de manera espiritual se presenta en la Cena hecha en su nombre.

La Cena, como su nombre lo indica, es la noche, las horas últimas del día, porque es cuando se da la convivencia de calidad en las familias. El hermano anfitrión realiza la función del Señor Jesús de iniciar la Cena, encomendándola en el nombre del Señor Jesucristo y de ahí el banquete en la repartición y disposición de alimentos seculares, después el magno evento de partir el pan y beber del vino y entonar el himno.

No puede ser en el día, porque es un evento privado e íntimo. Jesús fue entregado en la noche, no en el día.

Las viandas donde se sirvan los alimentos no pueden contener contaminantes o impurezas como levadura y exceso de saborizantes o suntuosidades, deben ser alimentos sanos y prácticos de preparar. La Cena en el Señor Jesús es una comunión de hermanos, no una gala culinaria. El pan que se ha de partir para que todos los asistentes lo coman de a porciones que cada quien parte, tiene que ser de harina de trigo, sin saborizantes, aditivos o levadura. Una torta seca, sencilla, lo suficientemente grande para que cada quien tome su parte, de ese modo no haya faltantes y que sea fácil de masticar y consumir. No es posible poner vanidad en lugar de la humildad.

El vino es vino rojo de mesa. No licor ni imitación, NO JUGO (los niños no pueden participar de la Cena, porque es un acto de conciencia de comer y beber la sangre del Cordero y hasta que no comprendan este precepto no pueden consumirlo, si bien sus padres deben instruirlos en casa), y debe verterse sobre una copa lo suficientemente grande para en una sola vez todos alcancen a dar un sorbo y deglutirlo con fervor.

Primero debe partirse el pan, dar una acción de gracias por parte del anfitrión y de ahí, hacia la derecha cada quien que recibe su parte con el cuerpo hace lo mismo, toma del pan su parte, la muestra y da una acción de gracias conforme a su corazón y revelación del Señor Jesucristo. Después de la acción, comer, callar y escuchar las demás participaciones hasta que todos hayan comido su parte.

Luego viene la entrega del vino. El anfitrión toma la copa, la enseña y da su acción de gracias correspondiente, como señal de obediencia. Toma un sorbo lo suficiente para degustar la sangre convertida en vino y deglutirla con respeto, gozo y dignidad, pasando la copa hacia la derecha. El hermano que sigue hace lo mismo y así se pasan la copa hasta que todos hayan sido partícipes del tomar la copa y beber su vino.

Nadie puede quedarse de los que están en la mesa sin comer del pan ni beber el vino, pues en la Cena todos comieron y bebieron, nadie quedó fuera.

Luego se entona el himno con fervor por parte de los participantes, el himno es el Salmo 117 en su totalidad.

Finalmente, algún mensaje inspirado por el Espíritu por parte del anfitrión para agradecer al Padre la permisión y protección, al Hijo de Dios por su presencia y sacrificio y cerrar con broche de oro la Cena. Es una breve reunión para celebrar, ya en la sobremesa se pueden tocar otros puntos, pero antes y durante no, pues sería una grave falta de respeto.

Hay otros puntos más, pero están en otros temas de otras ediciones donde hablamos al respecto y los invitamos a leerlos, en el amor y gracia de nuestro amado Señor Jesús.

Que el amor, la gracia, el gozo y la paz del Señor Jesucristo estén en todos ustedes, amados hermanos, amén. 

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