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Los talentos son…

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 29 mar
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 30 mar

Que el amor, la gracia, la paz y el gozo de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.

El Señor Jesucristo sigue dando las últimas enseñanzas a quienes le rodean, sabe que su tiempo está más cerca y, para confortar a esa natural y desmedida curiosidad sobre los últimos tiempos, por el Espíritu Santo continúa explicando el quehacer de todo creyente de cuidar su salvación y no acobardarse en el fogueo de su vida.

El Señor en Mateo 25 del 14 al 30 hace gala de la eternidad en su existencia al mencionar por adelantado lo que él utilizará como criterio para tomar en cuenta al momento de ajustar todo hecho o labor realizado, todo trabajo y energía brindados para los asuntos del reino.

Así, pues, diluye la necia actitud de querer saber cuándo vendrá porque no importa cuando regrese -de nuevo establecemos esta realidad espiritual- sino que tengamos la obra suficiente para que nos tome como hijos y siervos obedientes y aspiremos a su recompensa futura. En pocas palabras, no basta con creer, hay que ser fuertes y poderosos en la salvación. Leamos, pues el texto mencionado:

14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. 15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. 16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. 17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. 18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. 19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. 20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. 21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. 23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. 26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. 28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. 29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Menciona el Espíritu a través de Mateo que el Señor dará talentos a toda alma creyente que viene a él. Según su capacidad, otorga cinco, dos o un talento y el Señor permanece en los cielos, sentado a la diestra del Padre, después de venir y convivir con cada creyente en su interior. Ahí es donde ajusta cuentas y entrega los bienes.

Menciona la Escritura que él se fue lejos, es decir, viajó a un futuro no cercano para que cada espíritu de iglesia se manifieste en tiempo adecuado, cada alma que el Dios Todopoderoso y Padre nuestro confeccione y envíe a la Tierra que Él elija para sí tenga tiempo de nacer, desarrollarse y creer y que el mundo termine siendo redargüido por el evangelio Salvador en esta época. Por eso NO PODEMOS pensar o cavilar cuándo vendrá nuevamente, porque esta obra anterior corresponde al Padre y al Hijo solamente y porque nosotros tenemos nuestro trabajo aquí en la Tierra. Cada quien en lo suyo ¿qué no?

Es leído en este pasaje que tanto los creyentes de dos y cinco talentos fueron responsables y conscientes de esta dádiva de Cristo a ellos. Por eso el Señor Jesús menciona que a quien se le dará más se le exigirá más porque hay más confianza y más entrega de valores espirituales. Muchos lo ven o interpretan como dinero, poder, inteligencia o sabiduría, por el Espíritu se interpreta que es la ciencia espiritual aplicada con conciencia y aderezada de amor, fe y esperanza.

Hay quienes aman el sufrir en Cristo, en vivir plenamente en él y quienes de buena gana le sirven, obedecen y creen en él. Poco o nada les importa lo que el mundo piense de ellos. Estos ven toda escritura como poder y amor de Dios para salvación de los hombres y no se avergüenzan de dar testimonio de nuestro Señor Jesús. Son prudentes, no permiten que el evangelio sea menoscabado y a todo le ven el lado espiritual de las cosas y el propósito de Dios. Gracias al tiempo que el Señor tarda en venir ellos logran duplicar el rendimiento.

No perdieron el tiempo en cosas vanas, sino que lo ocuparon en lograr más riqueza para su señor, porque amaron su ministerio, reconocieron su valía y supieron que ser fieles es la mejor recompensa, dado que el Señor siempre será Señor y se puede aspirarse a ser libres y amados por el Señor.

En cuanto al que tenía menos capacidad, no solo no capitalizó la confianza puesta en él. Juzgó a su señor, cuestionó su autoridad y menospreció el tiempo que este le dio para que hiciera negocios con el talento recibido tachándolo de tardanza. No sintió amor por la encomienda, sino miedo y temor. Tuvo terror que su señor fuera tan temeroso y escondió bajo tierra el talento brindado, pero ¿qué significa esto? Muy sencillo, que amó al mundo, utilizó su energía, trabajo y tiempo en hacer nada espiritualmente hablando y hacer todo lo que no debía hacer para agradarse a sí mismo, a su sociedad y a su cultura. Se dedicó a convivir y darse placeres y gustos sin atender el trabajo destinado a que este lo hiciera y, por tanto, obra espiritual inconclusa. Como su señor tardó, extravió su hacer y nunca pensó en que él regresase.

Y la misma palabra que el Señor toma su tiempo para que la Voluntad del Padre se cumpla como Dios lo predispuso.

Pero todo en este mundo tiene un principio y un fin y el Señor llega y manda llamar a estos tres creyentes.

El de cinco, reconoce y agradece con pocas palabras la confianza otorgada y a manera de tributo le da las ganancias junto con lo que fue dado de obra. Nada consideró como suyo, sino que valoró ese amor de confiar algo valioso a él y buscó no defraudar tal confianza. El Señor complacido le toma su inversión y los réditos y le confiesa que en realidad le dio poco (o sea, pudo haber recibido más) para probar su rectitud y ahora que vio que sus bienes estuvieron en buen recaudo, ahora él cuidará ese amor, lealtad y compromiso por siempre.

Lo mismo con el de los dos talentos, fue menos lo otorgado, pero el nivel de compromiso, amor y lealtad, además de humildad son de la misma calidad que el primero. Los primeros dos siervos nunca olvidaron su condición de ser seres hechos para trabajar y ahora su señor les otorga le recompensa de ser partícipes de la riqueza generada para él.

En cuando al otro, regresando su señor y no teniendo en cuenta el poder y majestad de su señor, le confiesa por qué menospreció esta confianza y dádiva. Le dice que es hombre duro (es decir, fijó las reglas sin pedir opinión); que siega donde no sembró, o sea que saca provecho del trabajo de otros sin este sudar un poco; y que recoge donde no esparció, en otras palabras, que tiene potestades y las ejerce sin ningún problema para seguir captando riqueza. Reconoce que por lo anterior tuvo miedo de servir, porque no quiso dar su trabajo para que el señor se beneficiase de ello, solo el siervo. El siervo supo que ese talento no era suyo y por tanto no lo trabajó, lo escondió en tierra y nada generó para su señor, solo para él, por eso solo le trajo lo que le fue dado. ¿A qué se refiere esto?  A que no todos aman a Cristo. Están ahí, sacando ventaja de estar en una congregación. Esos seres malvados quienes no tienen pelos en la lengua para hablarle así al mismísimo Señor Jesucristo, nuestro Salvador y Maestro. Desprecian que no venga, que no los mantenga, no quieren obedecer ni hacer su palabra, teniendo la vocación de ejercer algún ministerio para Cristo renuncian a hacerlos y hacen lo que su vientre y mala conciencia les dicta hacerlo. Contristan al Espíritu Santo y estorban al desarrollo de la evangelización.

Viene luego la contundente respuesta del Señor: Si tú sabías eso, mínimo lo hubieras dejado con los banqueros, o sea, los pobres, los mendigos, los sufrientes y lo poco que hubieras logrado hubiese sido suficiente para complacerme, piensa el Señor. Porque lo único que tenía que hacer el siervo era obedecer, no cavilar ni juzgar. La molestia del Señor es contra este siervo malo porque defraudó su confianza y le hizo perder tiempo valioso de salvar almas. Entonces la obra que dejó de hacer este malandro la hizo el de los diez talentos en su existir. Como quiera, el Señor ganó su riqueza: testimonio y almas para Cristo, poder y alabanza.

El Señor siempre recogerá lo que no esparció y cosecha lo que no sembró porque una vez subido al trono del Padre en su diestra nos tuvo a todos nosotros en todo este tiempo de iglesia. Ese era nuestro trabajo, labrar el campo para obtener alimento, almas, sabiduría, inteligencia, amor, fe, frutos y dádivas, ministerios, etcétera.

Y el castigo a este imprudente ser traidor es ser echado fuera de la gracia, porque nunca lo fue. Solo estuvo ahí de mantenido, holgazán y pérfido. Siendo nadie quiso ser alguien a costa de Cristo, pero serán todos esos señalados por el propio Cristo y él mismo ajustará cuentas con ellos, amén.

Por eso hay que trabajar y no juzgar, nuestro trabajo no es adivinar o elucubrar, sino traer cuantas almas a Cristo se pueda conforme nos muestre el Espíritu y a nuestra época y circunstancia. Al menos, dar testimonio con toda obra espiritual.

Que el amor, la gracia, sabiduría y fe del Señor Jesucristo sea abundante en su espíritu, amados hermanos, amén.

 

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