“¿Qué hará a aquellos labradores?”
- Cuerpo Editorial
- 2 nov 2024
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Que el amor, la gracia, la paz y el gozo de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.
En esta ocasión y continuando con la larga charla que tuvo el Señor Jesús con los escribas y fariseos -quienes le acechaban de continuo-, aprovechó de hablar ya claramente y sin reservas a estos seres vasos de deshonra provocando que se sinceraran en sus planes y artimañas y se auto condenaran al juzgar según su corazón negro les dictaba dijesen.
El Señor, astutamente tomó oportunidad de darles situaciones que ellos estaban fascinados en juzgar para hacerles ver que la soberbia, hipocresía y su amor al poder, dinero y fama los perdió y condenó y el mismo pueblo fuese su testigo ante Dios y todo Su séquito de su manifiesta maldad.
Sin más dilación, leamos el contexto, hallado en Mateo 21:33-46, que dice:
33 Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos. 34 Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos. 35 Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron, y a otro apedrearon. 36 Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera. 37 Finalmente les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. 38 Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad. 39 Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron. 40 Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? 41 Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo.
42 Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:
La piedra que desecharon los edificadores,
Ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?
43 Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. 44 Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará. 45 Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos. 46 Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque este le tenía por profeta.
El Señor Jesús, tras haberlos dejado callados por la reprimenda de no haber creído a Juan y su testimonio de Elías que regresó a terminar lo iniciado, ahora los regresa en el tiempo que Jezabel tomó una viña para Acab -de manera perversa y abominable- al proponer una situación bastante similar y que precisamente los hundió como copartícipes de aquel acto vil al haber juzgado sin meditar lo profundo de la pregunta que les hizo Jesús (título de esta entrega).
El padre de familia, Dios, constituyó una heredad para Sí, -un pueblo, Israel, que le adorase (viñedo)- la cual cercó (con la circuncisión), cavó un lagar (la fe y alabanza en Él), edificó una torre -constituyó una ley y testimonios vivos como el maná, la vara de Aarón y los panes de la proposición en el arca de la alianza- y la arrendó a los labradores -el sacerdocio para que administrasen y ministrasen este amor, respeto y lealtad hacia Dios- para luego irse lejos -cuando se alejó gradualmente por su dura cerviz.
Todos los justos y los profetas que fueron enviados -en ese periodo que este padre de familia se fue lejos- en forma de siervos fueron vapuleados y exterminados, conforme crecía el número de veces que los enviaba a recoger la renta de las ventas, más creció su maldad de creerse dueños de algo que no les correspondía. Posesionarios infames, reclamaron toda la ganancia -bendición, adoración, poder e importancia- como suya.
Luego el padre envía a su único hijo -Jesucristo- a hacerse cargo de la hacienda. Estos acaparadores notan la importancia del heredero y lo matan, creyendo que lo que no crearon, lo que no fundaron y lo que no era suyo terminaría siendo suyo, es decir, agandallaron toda la propiedad: la dirección, la fe, el testimonio, las buenas obras, la interpretación de la ley, la alabanza, la justicia y la riqueza en su cofradía de ladrones viles.
Toda la esencia de Israel como nación elegida por Dios para convencer al resto de las naciones de mirar hacia Él se fue por la borda, tras la muerte de Su Hijo a mano de ellos.
Pero no adelantemos vísperas y sigamos con la lectura.
Entonces, Jesús les insta a hacer lo que más les gusta hacer: juzgar a todos. Les pregunta qué debía hacer tal padre contra esos labradores (ellos mismos). Ellos en su afán de mostrar sabiduría, poder e influencia, rápidamente decretan sentencia: lo que ellos harían, tal cual Jezabel dijo e hizo, ellos dijeron e hicieron: matar a un justo fuera de su propiedad.
Justamente su respuesta los condenó. Así como Jezabel fue desecha y la casa de Acab destruida, así el sacerdocio humano fue destituido humillantemente, todos ellos quienes no creyeron fueron echados fuera y destruidos para siempre por el Padre, cansado y airado contra quienes privaron de la vida a Su Profeta, Su HIJO y HEREDERO DE TODO y le robaron por siglos de lo que era Suyo.
Israel fue echado fuera, siendo en estos días la última de las naciones en tener gracia, viviendo solo de la misericordia y que cada remanente que cree en Jesucristo hay en el seno de esa nación y que todo el sistema religioso que no es la fe en nuestro Señor es obra del maligno y de los enemigos de Dios.
Tan es así que el Señor Jesús les confirma su destino justo con un salmo que los ató a su final sin escapatoria, pues ellos hablaban con la piedra, cabeza del ángulo de la futura iglesia, nueva y mucho mejor heredad que Israel: la novia desposada, cuya potestad fue obra de Dios y es cosa maravillosa a nuestros ojos, dado que ahora nos es otorgada esta responsabilidad que no podemos desaprovechar de administrar los tesoros y la alabanza a Dios mediante el mejor testimonio en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Este salmo les abrió los ojos y en silencio cavilaron qué podrían hacer para cumplir lo que habrían de hacer, crucificar a Jesús.
Pero en lo que ellos maquinaban, Jesús terminó diciéndoles lo que les habría de acontecer: confirmar la sentencia que ellos habían dicho con sus propias palabras a ellos mismos y quitarles todo el poder de administrar los asuntos de Dios.
También, notificarlos que eran desposeídos de toda gracia y que la piedra será tan poderosa que quien caiga sobre ella será quebrantado (es decir, será llevado a romper todo lazo con lo judaico y arrepentirse de su pecado de no creer antes) y sobre quien esa piedra cayese será desmenuzado (fuera de Jesucristo hay muerte, condenación y destrucción total).
Ellos tras terminar de oír esta parábola, se quedaron callados, mas ahora ya no quisieron proferir nada más, pues si juzgaban a Cristo temían al pueblo. No tuvieron más remedio que apechugar el golpe sobre la mesa de realidad espiritual contra ellos.
Y tanta fue su maldad que lejos de recibir la fuerte disciplina y amonestación, decidieron odiarlo para matarlo. No les gustó que fuesen exhibidos otra vez y sentenciados con sus propias palabras, además de ser despedidos de su encargo.
Amados, seamos prudentes y no nos contaminemos de ese diabólico proceder de ensalzar a lo judío y lo concerniente a esa nación asiática. NO es nuestro testimonio, deber u obligación por ver lo que pasa en ese país, pues la iglesia de Jesucristo tiene que velar por aquella ciudadanía. Nuestra prioridad es todos los que somos hermanos en la fe, orar los unos por los otros y por la soberanía en la cual Dios permitió que naciéramos; nosotros por ejemplo, México: es nuestra encomienda a ver y orar por lo que sucede aquí. Oramos por hermanos de otras naciones en amor, pero no nos involucramos en asuntos que no nos corresponden pues la lucha hay en cada territorio y para eso constituye nuestro Redentor Jesucristo iglesias en cada pueblo, lengua, nación, reino y soberanía. De eso hablaremos en un próximo editorial.
Basta saber que cada iglesia es la nueva heredad de Dios, constituida por Jesucristo para Jesucristo y en Jesucristo. La iglesia es la nueva heredad y nosotros somos los nuevos labradores que le damos a la Deidad los frutos obtenidos de ahora. Esta valla es ahora la confesión, no la circuncisión; el lagar es la congregación en el nombre del Señor Jesús donde celebramos la santa Cena en fe, obediencia y alabanza a nuestro Cordero Inmolado. La torre es ahora el poder por el Espíritu Santo y la obediencia a los mandamientos y ordenanzas de Jesucristo, nuestra ley y los nuevos testimonios vivos: el agua, la sangre y el Espíritu en la tierra en forma del bautismo, la Cena y el andar por el Espíritu. Jesucristo se fue, pero regresará por lo suyo y es por eso que de nuevo debemos ser hallados trabajando en dar fruto antes de que venga. Y Cristo vive en nosotros, forjando en nosotros a la nueva criatura que habrá de gozarse en la eternidad. AMÉN.
Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesús sea en todos ustedes, amados hermanos, amén.
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