Todos te buscan.
- Cuerpo Editorial

- 1 nov
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Amados hermanos nuestros: que la paz, gracia y amor del Señor Jesucristo sea con ustedes, en su espíritu, amén.
Bendecimos al nombre de nuestro Señor Jesucristo porque en este evangelio nos muestra sin extensas narraciones los hechos y por la gracia ilustradora del Espíritu Santo nos concede atisbar, observar y entender aquellos hechos evangelísticos y ahora acoplarlos a nuestro tiempo-espacio para seguir honrando el nombre de aquel quien murió en rescate de nuestra alma.
Menciona el evangelio que Marcos redactó en esta inspiración en Marcos 1:35-39 un propósito de nuestro Señor: ser hallado. Leamos:
35 Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. 36 Y le buscó Simón, y los que con él estaban; 37 y hallándole, le dijeron: Todos te buscan. 38 Él les dijo: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido. 39 Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.
Nuestro amado Señor nos da una importante lección nada más al iniciar el primer versículo: Se levantó muy de mañana cuando todavía no salía el sol y oraba.
¿Cuántos hermanos en Cristo hacen esto? Y no orar mecánicamente, sino con la convicción de entregar su día y su existencia a Dios. Cada día es malo y el Señor Jesús, investido por completo por el Espíritu Santo para contrarrestar su humana debilidad, oraba para ser fortalecido y pedir la victoria en su día. Poder, para resistir la jornada laboral, la protección y el alimento y bebida. Que las almas fuesen tomadas para la fe, la salvación y que no hubiese contratiempos mayores.
Nosotros tenemos que seguir este ejemplo al pie de la letra. Que cuando nos levantemos, nuestra prioridad sea orar, por encima de otra cosa y luego la preparación secular para iniciar el día que el mismo Padre nos regala. ¿Es tan difícil? Para la carne ciertamente, pero en el Espíritu es incluso un clamor por el agua de vida. No se requiere una ceremonia, sino que donde dos o más lo hagan en su nombre ahí estará él y honrará esta reunión de oración.
Y está de más conocer los motivos de oración:
Victoria ante los retos conocidos o desconocidos con fe.
Protección a todo mal, tentación y ataques del enemigo.
Atar cuestiones malas de las cuales tengamos conciencia en todos los ámbitos de nuestra vida y nuestros semejantes creyentes, malas obras y malos pensamientos.
Desatar toda ayuda, misericordia y gracia de salvación en nuestra región, comarca, nación en el nombre de nuestro Salvador y Señor Jesucristo.
Inteligencia de lo Alto para saber qué hacer, a dónde ir y qué decir inspirados por el Espíritu Santo y no por los impulsos de nuestra carne, alma e intelecto humano.
La bendición y oración por quienes nos maldicen y nos persiguen; por aquellos que buscan nuestro mal y nos odian.
Porque la gracia salvadora llegue a esas almas con la que habremos de convivir
Porque si nos toca sufrir un agravio, tengamos la fortaleza para resistir la tentación de actuar en nuestro nombre.
Por las autoridades de todos los niveles para que no caigan en cohecho, corrupción, maldad, traición a la soberanía y a su función del pueblo.
Por la salud espiritual y física de todos los hermanos, familiares y prójimos circundantes.
Por asuntos relevantes de nuestra propia vida: médicos, laborales, internos, conyugales, familiares, comerciales, políticos, judiciales, fiscales, académicos, espirituales, sociales, económicos, conductuales, etcétera que pudiesen ser factor de afán, nostalgia, debilidad, ira, frustración, etcétera.
Para solicitar fortaleza, sanidad, protección, conocimiento, seguridad, amor, esperanza, algún fruto o don del Espíritu Santo.
Cualquier otro motivo presente o futuro que pueda robar la paz, disminuir la fe, enfriar el amor y perder la esperanza.
Y así, nuestro Señor nos enseñó con diligencia que todo día es malo y sólo el Padre lo transforma en uno bueno.
Buscando diligentemente a nuestro Señor en nuestra oración, conciencia, pensamiento, corazón y fuerza y esfuerzo físicos le habremos de hallar, así como Simón lo hizo. En la intimidad de nuestro ser le encontraremos.
“Todos te buscan” es lo que debemos creer y decir con fe a nuestro Señor en nuestra comunión con él. Porque ciertamente hay quienes le buscan, aunque no los conozcamos están en nuestro entorno y por tanto, por amor, -aunque no les conozcamos- en fe hay que allanar el camino para el encuentro con nuestro Señor.
Y por eso, nuestra misión es nuestro entorno, no el mundo ni el planeta. Mi vecindario, mi colonia o caserío; mi ciudad, villa, pueblo o congregación; mi estado, departamento, provincia o comunidad; mi país o territorio es el orden de influencia espiritual. Nos ha mostrado el Señor que hay que orar de lo particular a lo general. Hay que orar por todos, porque quien salva es nuestro Padre y a quien Él no imputa pecado llegará a la gracia salvadora de nuestro Señor Jesucristo.
El Señor Jesús fue de lo particular a lo general y en ese tenor es como debe ser nuestro proceder evangelístico. Solamente los apóstoles y los evangelistas están comisionados a ir a otras fronteras y sitios y no es para nosotros el andar de lugar en lugar y de sitio en sitio fuera de nuestros dominios habituales. Pero, si por causa de trabajo, familia o estudios radicamos -temporal o permanentemente- en otro lugar la gracia seguirá con nosotros en ese nuevo sitio.
Y así como el Señor predicó en las sinagogas en Galilea, nosotros haremos lo mismo en donde el Espíritu nos muestre en palabra o hecho cómo proceder. Nunca por impulso del alma, solo por inspiración del Espíritu de Dios en nosotros.
El Señor les libró de demonios y ahora nos tocará a nosotros liberarlos con el testimonio de barreras para que crean y se convenzan de que el Señor Jesucristo los librará de la muerte espiritual y les llevará en cambio a una reconciliación total que los tenga en tránsito a la vida eterna.
Que la paz, gracia y amor de nuestro Señor Jesucristo sea en todos ustedes amados lectores, amén.




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