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Uno de los doce 

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 26 abr
  • 4 Min. de lectura

Que el amor, la gracia, la paz y el gozo de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.

Nuestro amado Señor fue ungido en el pasaje anterior y ya comenzaba a manguar en su ministerio. De hecho, ya no aparecía en público, porque debía guardarse en el tiempo que le quedaba para dar ahora su palabra excelsa a sus escogidos. Dice en Mateo 26:14-16:

14 Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, 15 y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. 16 Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.

Aquí, en este pequeño, pero revelador escrito, dice el Espíritu que “uno” de los doce, de nombre Judas Iscariote, fue a ver a los principales sacerdotes. Tan sutil redacción que nos declara un mundo de verdad de que no todos quienes asisten a las congregaciones son salvos, porque unos pocos son diablos, falsos obreros, lobos vestidos de ovejas, otros son hipócritas convenencieros y algunos más débiles espirituales que se dejan guiar por cualquiera que les hable bonito.

Esto NO ES LO MISMO A PERDER LA SALVACIÓN, como precisamente el diablo quiere hacer parecer. En la iglesia habrá infiltrados, salteadores y gente de relleno. Cualquiera puede ir a un lugar de congregación y ser socialmente aceptado: estar ahí, convivir por mucho tiempo, PERO NUNCA CONFIESA EL NOMBRE DEL SEÑOR PARA SALVACIÓN. Se escuda, se excusa, no se define, le da nervios, se resiste: por tanto, el tal no es salvo y no porque asista es parte de los salvos; será de los congregados, mas NO ES SALVO.

Por esto es el título de este tema, es muy importante notar que si en el mismo círculo íntimo de Cristo hubo uno que nunca fue salvo ¿qué no habrá de pasar en cualquier grey comunidad, congregación? No es que suceda en todas al mismo tiempo; pero precisamente por esto es que los ancianos en la congregación (obispos y pastores) escudriñen al rebaño. Confirmar la fe, es un mandamiento que siempre nuestro amado hermano Pablo dejó, porque como él mismo dijo cuando se despidió de las iglesias en Grecia y Asia Menor justo antes de partir a ese viaje a Jerusalén, infiltrados habría. Echar fuera a esos pocos infiltrados es lo mejor y lo conducente.

No erréis: una vez nacidos ovejas, seremos transformados en hijos; pero nacidos cabritos jamás podrán ser ovejas, es contra natural.

Jesús no puede salvar condenados porque no creen en él. Rechazan todo lazo con él, por eso el Señor nos pide que limpiemos las congregaciones de gente que no es salva, no quiere ser salva y solo busca ser mantenida, acogida y apapachada.

Porque, así como Iscariote en su maldad no tuvo compasión y vendió al Señor por treinta miserables piezas de plata, así tampoco ellos tendrán piedad de hurtar, matar y destruir, pues son hijos del diablo y no de Dios.

Es lo mismo y de ese mal Dios nos quiere prevenir, por eso a partir de ahora, delante de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo se vuelva a caer en esa tontería de que la salvación se pierde. Quien es salvo, es oveja y no puede ser convertida en cabrito. Quien confiesa a nuestro Señor Jesucristo como el HIJO DE DIOS y reconoce y confiesa de labios con todo el corazón, mente y fuerzas que RESUCITÓ AL TERCER DÍA ya es nacido como oveja y quien NO CONFIESA, SIMULA, MIENTE o CALLA, es nacido como cabrito y por más que finja, NO ES SALVO y por tanto, no forma parte de la congregación de manera que tiene que ser echado fuera, pues para nada aprovecha que coma la palabra. En virtud de su incredulidad se condena. Así está escrito.

Dejarlo ahí es dejar que se cumpla el versículo 16 en la vida de los verdaderamente salvos. Iscariote en cuestión de horas lograría su cometido, pues recordemos que solo fueron 48 horas entre que Jesús terminó su último discurso y fue arrestado.

Cambiando un poco de tema, por esto también evitó Jesús ya las multitudes, para que el Iscariote hiciese su mala obra: evitar el alboroto y facilitar el plan del enemigo de darle muerte, creyendo que con eso ganaría su batalla contra Dios.

Debía ser Jesús tratado como ladrón, criminal y malhechor, debía el enemigo torcer la mente, corazón y alma del Iscariote y tenía el Iscariote que materializar su traición. Todo en la noche, en la secrecía, en lo privado. Lo que Judas hizo en privado, fue revelado por el Espíritu y por los apóstoles hecho manifiesto, para que quede memoria de su vergüenza y mortandad. El enemigo quedó exhibido, derrotado y condenado, mas no todavía sentenciado. Un poco más de tiempo y será hecho.

En cuanto a nuestro Señor, lo que le hicieron a espaldas del pueblo ante todas las naciones del mundo fue dado a conocer y, en su venida, como ladrón vendrá a llevarse el tesoro mundial: las almas de los escogidos y a dejar en última garantía la vida de los santos y el último remanente. Ante todo ojo, todo medio y todo hálito de vida hará público su juicio, su reinado y su salvación. También, la venganza de su justicia. Y será Rey vencedor de muchos y para otros Señor Salvador.

Así las cosas.

Que el amor, la gracia, el gozo y la paz del Señor Jesucristo estén en todos ustedes, amados hermanos, amén.

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